Paysandú, Viernes 23 de Octubre de 2009

Debemos sacudirnos el quietismo

Opinion | 17 Oct Tras una caída en la actividad sobre fines del año pasado y primeros meses de 2009, los indicadores dan cuenta de un aumento en el consumo, aunque los datos macroeconómicos indican que en el corto plazo el país va a tener problemas serios si no se ajusta el gasto, y hasta parece inevitable que deba aumentar su endeudamiento, cualquiera sea el gobierno que asuma en marzo del próximo año.
Hay empero elementos que no son incluidos en las estadísticas, las que reflejan un escenario global del Uruguay que no es el que percibimos en el Interior, por lo menos en Paysandú, lo que nos da la pauta de que es posible que se estén evaluando realidades que solo se viven en Montevideo y en un anillo del sur del país, pero que no va mucho más allá.
El aumento del consumo que se señala constituye un reflejo indiscutible de una eventual reversión del escenario económico respecto al primer impacto de la crisis, pero dista un abismo de la realidad que vivimos en Paysandú, desde que es notorio que el movimiento comercial en la ciudad se limita al que se registra durante los pagos de pasividades, asignaciones familiares y cobros de sueldos, para quedarse a los pocos días en la misma quietud de siempre, lo que ha llevado a los empresarios a formular crecientes inquietudes respecto a la suerte inmediata de sus emprendimientos.
Es cierto, en el Litoral, sobre todo en Paysandú y Salto, existe un componente extra que refiere fundamentalmente a que dejan de reciclarse en la plaza local fuertes sumas de dinero que se vuelcan por numerosas personas a la compra de productos en la vecina orilla, y que por lo tanto afectan la actividad comercial, con la consecuente repercusión negativa en el ámbito empresarial, de los trabajadores y del propio Estado, que deja de percibir impuestos.
Pero este no es el único aspecto a tener en cuenta, si se tiene presente por ejemplo que nos encontramos con que uno de los sectores de actividad más afectados por la crisis internacional es el forestal, donde hay trabajadores que aún no se han reintegrado a sus puestos, hay maquinaria parada desde hace meses y por ende también está alicaída la infraestructura de apoyo, y algo similar ocurre en algunas industrias.
Esto da la pauta además de que en Paysandú seguramente estamos superando la media nacional de desempleo, que es de poco más del siete por ciento, en tanto es evidente que nuestro departamento tampoco ha logrado captar inversiones significativas en los últimos años que permitan revertir un panorama procupante, gris, de mediocridad y lejos de otras épocas en que existía una visión empresarial y gubernamental que acompañaba el verbo con la acción.
Esto lo percibimos en el medio sin necesidad de estadísticas, por supuesto, y sobre todo por encima de los avatares políticos, por cuanto este escenario no es nuevo, sino que lamentablemente refleja un decaimiento sostenido, por encima de alternativas puntuales que no cambian esta tendencia.
No es ningún descubrimiento, por ejemplo, que los salteños han logrado superarnos abiertamente en el plano turístico, al punto de captar inversión tras inversión en sus lugares de mayor atractivo, en tanto en Guaviyú, como bien señaló en nuestras páginas el ex intendente Walter Belvisi, se sigue con la misma capacidad de alojamiento que hace veinte años, y pese a algunas mejoras en infraestructura, como las piscinas cerradas construidas en la anterior administración municipal, no se ha logrado situar a este complejo a la altura de las circunstancias.
Mientras tanto, en el vecino departamento se ha trabajado seriamente en este tema, y también en Entre Ríos, donde no se conocía lo que era un centro temal cuando ya estaban funcionando desde hace años Guaviyú y Almirón, se han logrado inversiones que han potenciado varios complejos termales a pocos kilómeros de Paysandú, y de la misma forma han crecido los complejos salteños.
Este es solo uno de los aspectos que revelan que nos hemos estancado y que el Paysandú de hoy tiene poco que ver con el de hace medio siglo, cuando se instalaron las grandes industrias y se pensaba en obras con una visión de largo plazo, tanto en el ámbito privado como del Estado, como debe ser, por lo que es preciso revertir esta quietud y conformismo cuanto antes si queremos hacer honor al valioso legado que nos dejaron tantos prohombres de nuestro solar.


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