Opinion | 18 Oct No siempre lo que es malo para el país, es malo para una región determinada. Como ejemplo sirve lo que sucede en Bella Unión con su planta de Alur, que aunque es un pésimo negocio para Uruguay, sin embargo la población norteña está de parabienes con un subsidio que hasta ahora nos va costando 70 millones de dólares a todos los demás ciudadanos de la República.
Algo similar sucede en el caso del corte del puente San Martín por los fundamentalistas de Gualeguaychú, ya que si bien produjo cierto daño económico a Uruguay, le vino muy bien a Paysandú y paradójicamente, también benefició a Fray Bentos. Si no fuera por la absurda medida de nuestros hermanos entrerrianos, los sanduceros jamás hubiéramos logrado atraer el tránsito internacional de cargas, tan reclamado por las fuerzas vivas desde que se proyectó el puente General Artigas, porque lisa y llanamente va contra los intereses de las grandes capitales del Plata. Hoy por acá pasan más de 200 camiones por día que significan una cierta inyección de dinero para la ciudad, porque se mueven paradores, algunos vecinos de Nuevo Paysandú ofrecen servicios básicos para los choferes, trabajan gomerías y estaciones de servicio, y hasta la prostitución encontró un nuevo mercado en las cercanías del paso de fronteras. Por otra parte, esta región pasó a ser un punto importante en el mapa internacional, a la vez que nos acercó el turismo de alto poder adquisitivo que al menos por un par de noches al año, hace un alto en Paysandú en su viaje hacia el este del país. Las demoras en el puente por su parte contribuyen a disminuir el contrabando hormiga tan perjudicial para el comercio sanducero, porque cruzar a Colón ya no es cuestión de minutos. Como broche de oro está el anuncio de una inversión de unos dos millones y medio de dólares por parte de empresarios argentinos y uruguayos en un puerto seco de camiones, que dará más trabajo a la construcción local y posteriormente a los operarios del lugar.
Asimismo Fray Bentos tampoco resultó tan mal parado con la medida de los ambientalistas argentinos, ya que la planta de Botnia se terminó y está funcionando a pesar del bloqueo, el contrabando allí se redujo a cero y hasta fueron contemplados para la reducción de compra de combustible con tarjeta de crédito.
Entonces los sanduceros y en cierta medida los fraybentinos tenemos que reconocerle a los piqueteros el mérito de haber logrado para nosotros, lo que nunca pudimos obtener por nuestra propia cuenta. ¡Gracias, Gualeguaychú!