Paysandú, Lunes 02 de Noviembre de 2009

Organismos “nacionales” que no son tales

Opinion | 27 Oct La naturaleza “nacional” de organismos que solo sirven para Montevideo, aunque son financiados por todos los uruguayos, es uno de los disfraces con que el centralismo pretende dorar la píldora para más o menos disimular las apariencias ante los ciudadanos del Interior, por cuanto en esencia solo sirven a los ciudadanos capitalinos, directa o indirectamente.
Las políticas centralistas han sido aplicadas desde tiempos inmemoriales en nuestro país, como la cosa más natural del mundo, desde que ha primado el concepto de Montevideo como ciudad-puerto merecedora y receptora de todas las obras de infraestructura y servicios posibles, para una concepción de país que solo ha apuntado a sacar la riqueza desde el Interior rumbo al embudo del sur.
Lamentablemente, lejos de atenuarse esta tendencia, con el paso del tiempo se ha acentuado en los sucesivos gobiernos aunque, eso sí, se ha mejorado el cuidado en cuanto al barniz, es decir en el envoltorio con que se presenta el paquete para justificar los millones de dólares que históricamente se han dilapidado en favor de estructuras para Montevideo.
Pero, parafraseando el refrán, cambia el collar pero no el perro, desde que cuando ya han desfilado por el gobierno todos los partidos, incluyendo la actual administración de izquierdas, se siguen promoviendo políticas centralistas que acentuan las asimetrías con el Interior, y derivan por ejemplo en la captación de inversiones en el anillo perimetral cercano a Montevideo, en desmedro de los departamentos del Interior profundo, como es el caso de los departamentos del norte del río Negro.
Una de las muestras más claras de este centralismo exacerbado y a contramano de los intereses del país lo constituyó por ejemplo la construcción de la Torre de las Telecomunicaciones de Antel, erigida en la década de 1990 en una época de bonanza que se llevó más de cien millones de dólares para nada que sirva realmente a los uruguayos, salvo para enriquecer el acervo urbanístico de la capital, para el mejor pasar de los jerarcas y funcionarios de Antel, pero sin incidir un ápice en la mejora del servicio a los usuarios del servicio telefónico.
También se inició por entonces y está en vías de terminación durante el actual gobierno, que le dio un renovado impulso, el faraónico auditorio “Dra. Adela Reta” del Sodre, un complejo al que se han volcado decenas de millones de dólares, dotado de lujosas dependencias y costosos materiales, constituyéndose en el lujo de la miseria para un país en el que todavía se sigue prestando asistencia por el Mides con recursos de todos los uruguayos.
Y sobre todo, debemos tener presente que el Sodre solo sirve a Montevideo, pese a su carácter de organismo nacional, desde que es financiado por todos los ciudadanos, cuya enorme mayoría --nos referimos al Interior-- nunca va a pasar siquiera por la vereda del gigantesco auditorio, ni tampoco recibirá las imágenes de la televisión estatal y ni tan siquiera las emisiones de radio.
El punto es que no solo se trata del costosísimo auditorio, sino que también requiere recursos para su funcionamiento, que en este caso se obtendrían en buena medida a través de una parte de la recaudación de Casinos, que debe destinar un porcentaje de sus ganancias al Sodre, en una estimación del orden del millón de dólares anuales.
Esta es solo una parte de los recursos que se vuelcan a este organismo “nacional”, que mantiene la misma estructura centralizada de siempre, y con el paso de los años ha hecho poco y nada para llegar al Interior con sus servicios culturales, desde que sus elencos musicales y teatrales estables, entre otras áreas, no salen de Montevideo, y cuando lo hacen trasladan sus costos a quienes promueven su presencia, incluyendo las intendencias departamentales.
Y aunque el Sodre es un ejemplo notorio de centralismo exacerbado, en realidad esta concepción es un común denominador en los organismos del Estado, siempre en desmedro de los ciudadanos del Norte del Santa Lucía, que siguen sufriendo discriminación en el acceso a los servicios médicos de alta tecnología, a las comunicaciones viales, a la educación, entre otros aspectos, lo que da la pauta de que aún estamos muy lejos del país con igualdad de oportunidades y condiciones de vida para su población, lo que solo se da en los papeles.


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