Paysandú, Viernes 13 de Noviembre de 2009
Locales | 09 Nov El fortísimo viento, el ruido de las chapas que se desprendían de los techos y volaban causando destrucción, así como la falta de luz eran sin dudas un componente devastador, que explica que la población de Morató se sintiera totalmente desprotegida ante este fenómeno.
Grandes y chicos fueron presos del pánico durante la turbonada. Así como lo fue Belén, quien con tan solo 13 años debió ser el sostén de sus tres hermanitos de 9, 8 y 7, mientras su madre luchaba tratando de colocar alguna chapa sobre el agujero que había quedado en una de las paredes de su cuarto. El viento arrancó el techo del precario baño de la finca, generando el desmoronamiento de las paredes de bloques y la rotura de inodoro, lavatorio y enseres de la habitación.
Belén recuerda con un dejo de amargura el difícil momento vivido. “Eran cerca de las 22 y como en mi casa no tenemos luz ya estabámos acostados. Empezamos a escuchar el viento muy fuerte, pero pensamos que sería como una tormenta común, porque llovía poquito. Pero sin darnos cuenta empezó un ruido que asustaba y era que se estaban volando las chapas del techo del baño”, recuerda.
“Todos nos asustamos porque creíamos que se iba a volar el techo de toda la casa y las paredes hacían ruido. Mis hermanitos lloraban porque no se veía nada y solo se escuchaba el ruido de que todo se estaba rompiendo. Yo tenía miedo pero tenía que cuidar a mis hermanitos, que son más chicos que yo y no entendían nada”, cuenta Belén.
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