Paysandú, Sábado 14 de Noviembre de 2009
Locales | 13 Nov Originalmente se llamó pueblo “El Peligro”, aunque los vecinos consultados no supieron responder el significado de su nombre. Sus comienzos datan aproximadamente de fines del año 1920.
Se encuentra a la altura del kilómetro 98,500 de la ruta 26. Una escuela, una comisaría, dos complejos Mevir y el casco viejo – ubicado al sur del trazado asfáltico – en la que viven unos seiscientos habitantes. El juzgado de Paz hace unos tres meses que cerró sus puertas, mientras que una policlínica atiende los servicios de salud de los lugareños.
El relato colectivo sostiene que el nombre actual del centro poblado se desprende de la vieja estancia “El Eucalipto”, en la cual se levantaba un enorme árbol. De aquel tiempo se recuerda como anécdota que un cierto día – cuando fueron a cortar el mencionado árbol – unos peones no podían con el enorme tronco y la exuberante copa.
Los habitantes son preferentemente niños y adolescentes. La mayoría de los hombres trabajan en los puestos de las estancias de influencia y en menor escala en trabajos de mantenimiento de rutas nacionales y caminos vecinales. De los establecimientos de la zona aparecen “La Tablada”, “Domaral”, “El Carmen”, “Los Espinillos”, “Los Molles”, “Tierras Coloradas”, “La Bonanza” y “La Madre Selva”.
Los dos complejos Mevir de 72 soluciones habitacionales – que se levantan al norte de la ruta – datan de unos veinte años. En tanto, unas cuarenta casas le dan forma al casco viejo del pueblo. Según los datos obtenidos pudimos saber que a la escuela 52 – ubicada a unos dos kilómetros al este del pueblo – concurren unos ochenta y ocho alumnos a primaria, - desde inicial a sexto año – y unos cuarenta al liceo rural en séptimo, octavo y noveno grado. En algunos casos, la inestabilidad familiar afecta directamente a los entornos inmediatos, tales como los educativos de los hijos. La necesidad de encarar un trabajo a temprana edad provoca que muchos busquen insertarse en tareas en establecimientos de la zona. Es así que unos ocho gurises asisten al liceo en forma semipresencial, porque trabajan en las estancias cercanas. Las dificultades propias del enterno, revelan una media de dos niños por clase, con problemas en el aprendizaje. Estos casos generan – según el testimonio de una de las maestras de la escuela – la necesidad de contar con un Centro de Atención a la Infancia y a la Familia (CAIF). “Ello permitiría que el niño accediera a ciertos estímulos a temprana edad que mejoraría considerablemente la posterior inserción a la escuela primaria y así generar otras expectativas”. Otras consultas indicaron que resulta difícil integrar a los padres al entorno escolar.
La falta de alimentos en algunos hogares hace – en cierta forma – que los niños no falten al establecimiento escolar. Es que el servicio comedor de la escuela puede transformarse en el único alimento que los gurises lleven a sus estómagos. Un consultorio de Educación Bucal – que opera en el propio establecimiento escolar – es atendido por una odontóloga procedente desde Tacuarembó. Por su parte, un grupo de mujeres rurales encaran, desde el año pasado, un proyecto de elaboración de dulces, quesos y mermeladas caseras. Un proyecto presentado y logrado a través del presupuesto participativo, que mejorará en breve las condiciones en la elaboración de los productos.
La producción de la zona se distribuye entre plantaciones de cebada, trigo y avena. Ganadería y forestación, alternan los cultivos que se generan en estas tierras.
La recreación y la información a la que acceden los habitantes de “El Eucalipto” son la televisión por cable y satelital con contenidos preferentemente montevideanos y radios de Paysandú. En tanto las empresas Copay y Sabemar satisfacen la demanda del transporte carretero para los usuarios de la zona.
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