Paysandú, Domingo 15 de Noviembre de 2009

Y si no sabe quedarse callado ....

Opinion | 14 Nov Imprevistamente, luego de dar el visto bueno a través de la Comisión de Relaciones Exteriores, el Senado brasileño postergó para “más adelante” la sesión en la que se aprestaba a dar luz verde al ingreso de Venezuela al Mercosur, por lo que una vez más Hugo Chávez ha visto frustradas sus expectativas de integrarse al acuerdo regional, que representa una movida política con golpes de efecto internacional y en lo interno.
En esta oportunidad el verborrágico líder populista caribeño ha resultado “víctima” de su propia incontinencia verbal y sus acostumbradas bravuconadas, tan ostensibles y rechazadas urbi et orbi que hasta el propio candidato presidencial José Mujica, por razones de estrategia, desde hace tiempo ha optado por silenciar su apoyo al presidente venezolano hasta que pase la campaña electoral en nuestro país.
Otra vez la ansiedad de Chávez por meter a Venezuela en el Mercosur no ha sido satisfecha, porque él mismo se encargó de crear el clima adverso en la oposición y oficialismo brasileño, al arremeter desde su maratónico programa radiotelevisivo contra Colombia y Estados Unidos, amenazando con ir a la guerra ante supuestas invasiones y sobre todo llamando a civiles y militares venezolanos a prepararse para una guerra.
La Cámara Alta del país norteño decidió postergar por una semana el tratamiento del tema hasta que “las cosas se aclaren”, lo que indica que si se tomaran las cosas en serio este aplazamiento debería ser definitivo, teniendo en cuenta la constante que ha caracterizado a Chávez en la región.
Según los legisladores brasileños, “el clima” no es el propicio para avanzar sobre este punto, considerando la amenaza radial del mandatario, lo que denota cierto grado de sensatez en los senadores oficialistas, pero no por ello exentos de candidez o de cierta condescendencia hacia el comandante Chávez, desde que su perfil belicoso no es de esta semana, sino que en cada una de sus intervenciones reafirma su formación militar e ideológica extremista, es decir una muy mala combinación para la paz y la armonía en América Latina.
Hace pocas horas, para que no queden dudas al respecto, en la acostumbrada arenga a sus seguidores, el mandatario caribeño alertó sobre una supuesta agresión a su país al plantear el peligro que supone el acuerdo firmado por Colombia con Estados Unidos, por el uso de bases a efectos del combate del narcotráfico, lo que ha generado la reacción de varios países para aplacar los ánimos, entre ellos Brasil.
Pero claro, al camaleónico Chávez no le ha costado nada decir que no dijo lo que dijo, y “explicó” que en sus declaraciones no invocó la guerra, sino que “he llamado a mi pueblo y a mis soldados a que nos preparemos más para defender a este país de la amenaza que significan siete bases militares aquí mismo en Colombia”, a la vez que descartó las “acusaciones de guerrerista”, y que esté “tocando los tambores de guerra”.
Claro que a Chávez solo le cree quien quiere creerle de todas formas, cerrando los ojos a la realidad, y por lo menos el oficialismo del Senado brasileño está tratando de salvar las apariencias antes de tomar una decisión, porque naturalmente, hay una opinión pública detrás, y no solo de su país, sino mundial.
Es decir, una actitud que dista un abismo de la que adoptó la mayoría frenteamplista de la Cámara de Diputados de nuestro país, cuando convocó a una reunión relámpago de noche para aprobar el ingreso de Venezuela al Mercosur, de forma de esperar con ese “regalo” al mandatario caribeño en la visita que iba a realizar a Uruguay a las pocas horas, lo que finalmente no se concretó.
Al “homenajeado” no le importó para nada la adulonería de los legisladores de la coalición de izquierdas, genuflexos ante el mandatario caribeño dueño de los petrodólares, y no solo no vino entonces, sino que se tomó su tiempo para volver al Uruguay, en tanto una y otra vez aludió a que le importaba poco ingresar al Mercosur ante la renuencia de los parlamentos de Brasil y Paraguay de aprobar el planteo venezolano.
Pero claro, se trata de las bravuconadas de siempre, de las volteretas muy similares al “como te digo una cosa te digo la otra” que tanto parecen gustar por acá, y que simplemente es un doble discurso para decir algo sin decir nada concreto. En su momento Chávez, cuando el Senado brasileño demoraba en tratar el tema, trató a los senadores norteños de “loros de Washington” y por ahora se ha cuidado de repetir el insulto. Pero como bien ha manifestado un parlamentario de la Cámara Alta brasileña, “quien hable de guerra en América del Sur, es como mínimo, una persona peligrosa. Los senadores deben meditar sobre las declaraciones del coronel Chávez”. Porque aunque en estos tiempos nadie quiere verse involucrado en una guerra que solo existe en la paranoia chavista, con Venezuela inserta en el Mercosur será difícil hacerse el distraído. Basta recordar cómo Uruguay terminó siendo parte de la tristemente recordada guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, arrastrado por las ansias de poder de Venancio Flores.Pero aunque algunos piensan, otros no, porque las ideologías y las solidaridades no solo van más allá de la prudencia, sino también muchas veces, del sentido común y hasta del concepto de soberanía.


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