Paysandú, Domingo 22 de Noviembre de 2009
Opinion | 16 Nov En diálogo con colegas argentinos, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, manifestó su confianza respecto a que antes de fin de año se concrete el levantamiento del corte que un grupo de activistas mantiene desde hace tres años en el puente internacional “General San Martín”, y seguramente reflejó el sentir de la enorme mayoría de los pueblos de ambas orillas cuando expresó que espera que para el inicio de 2010 “los argentinos y los uruguayos puedan circular libremente”.
El mandatario provincial cifró sus expectativas en el tenor de sus contactos con grupos de comerciantes y vecinos de Gualeguaychú que han reafirmado su oposición al corte y sostuvo que “estuve hace quince días reunido con un movimiento importante que se viene organizando en Gualeguaychú, que es justamente el que promueve el levantamiento del corte. Tuvimos una reunión con los diferentes actores sociales que confían y esperamos que esto ocurra antes de fin de año”.
Claro, el punto no es lo que piensa Uribarri respecto al tema, sino los activistas que han hecho de esta cruzada seudoambientalista su modus vivendi, y una idea de la valoración de los piqueteros de esta inquietud surge de declaraciones formuladas por el líder activista José Pouler, quien aseguró que “formalmente” la Asamblea Ambiental Ciudadana de Gualeguaychú no se ha reunido con el gobernador Uribarri y descartó la posibilidad de levantar el corte al señalar que “la medida va a cumplir tres años y nunca se debatió la posibilidad de levantarlo”. Incluso fue más allá y subrayó que “incluso para el 20 se está organizando una serie de actividades para conmemorar los tres años y para celebrar la constancia de la lucha”.
Por cierto que ha sido una “lucha” constante, en la relatividad que se puede dar a los términos de quienes la protagonizan, solo que se ha ido desflecando mes tras mes y semana tras semana como tricota vieja, y de aquel entusiasmo que levantaba banderas de quijotes luchando contra los molinos de viento solo queda un hastío generalizado en la población de ambas orillas, que siente que un grupo de delirantes le ha estado sustrayendo una parte de la historia en nombre de nada que valga la pena.
Y de eso precisamente se trata, del hecho de que un puñado de activistas se arrogue el derecho de cortar la conexión terrestre entre dos pueblos simplemente porque les da la gana, sin que a la vez el gobierno provincial y el nacional hayan estado a la altura de las circunstancias, porque han alentado y apañado esta acción ilegal continuada, violando claramente la normativa del Mercosur respecto a la libre circulación de bienes y personas entre las fronteras de sus países integrantes.
Es que en el pecado está la penitencia, y a esta altura seguramente más de un gobernante debe estar lamentando que por acción o por omisión se haya permitido que este movimiento de “iluminados” se mantuviera en sus trece y haya arrastrado a toda una provincia y a un país a ser cómplice o tolerar una situación ilegal y a contramano de toda norma nacional e internacional, en nombre de una libertad de expresión que significa en este caso lisa y llanamente un avasallamiento de los derechos de los demás.
Por supuesto, como hace todo grupo de mesiánicos, la asamblea de Gualeguaychú se ha encargado de cortar toda posibilidad de que la población se exprese libremente respecto al corte, y abortó de raíz un intento de plebiscitar el levantamiento del bloqueo, como intentó en su momento algún medio de prensa de esa ciudad, con el apoyo de un grupo de ciudadanos.
En cambio se ha ocupado una y otra vez de presionar a quienes piensan distinto e intimidar a quienes siquiera alguna vez pusieron en duda que Botnia contamine, por tratarse de una planta que cumple con las normas internacionales, porque simplemente hay una sola verdad en juego, que es la que ellos sostienen, aunque los hechos lo desmientan.
Así, consideran que todo tiene que ser como ellos dicen, porque todos los otros son estúpidos, ignorantes o han sido comprados por Botnia. Este juego perverso de la descalificación, el atropello y la amenaza es el soporte que tienen para tratar de mantener en forma indefinida esta situación.
Claro, el gobernador percibe que cada vez se escucha más fuerte la campana de los comerciantes y vecinos que se sienten perjudicados, porque el corte ha tenido un efecto “boomerang” y generado también serias pérdidas económicas y desempleo en Gualeguaychú, por lo que apunta a “convencer” a los activistas de que deben levantar el corte. Pero cuando el delirio se impone a la razón, el grito destemplado a las voces sensatas y la descalificación a la ponderación, como ha sido el común denominador en la asamblea, los elementos para augurar un pronto levantamiento del corte se diluyen, y ello da la pauta de que pese a la pérdida constante de apoyo, los activistas no van a renunciar así nomás a su cuota de protagonismo, por lo que el gobernador Uribarri tendrá seguramente una ardua tarea por delante.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Nov / 2009
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com