Opinion | 19 Nov En un país donde no hay grandes desastres naturales pero en el que hablamos continuamente del estado del tiempo hay cosas que no pasan desapercibidas. Y una de ellas es que el clima está cambiando. No se trata de un fenómeno local, sino de un asunto global que de alguna manera ya empezó a afectarnos a todos.
Desde hace tiempo ya los científicos vienen advirtiendo sobre la necesidad de tomar medidas contra el cambio climático, provocado fundamentalmente por la actividad humana y sus emanaciones de gases nocivos a la atmósfera. Sin embargo, intereses de diversa naturaleza pero fundamentalmente económicos y políticos han retrasado notoriamente las decisiones y los compromisos asumidos en las grandes convenciones internacionales para la reducción de la utilización de gases de efecto invernadero han sido de cumplimiento dudoso.
De cualquier forma, los efectos del cambio climático parecen innegables y, según los entendidos en la materia, ya está afectando a Uruguay en aspectos como la tropicalización del clima y la llegada de enfermedades antes erradicadas y ahora emergentes, como el dengue.
La incidencia climática para nuestra economía también es conocida puesto que la sequía afecta nuestra capacidad de producción de energía eléctrica y varias veces nos ha mantenido al borde del apagón, las lluvias excesivas nos perjudican con inundaciones y la pérdida de cosechas y hasta se nos cae inexplicablemente la cosecha entera de manzanas.
Tiempo atrás el Congreso Nacional de Intendentes propuso tomar en cuenta este tema y los impactos en el territorio nacional y anotó la necesidad de actuar para prevenir. No obstante, es poco lo que se ha hecho.
Al parecer el próximo será un verano más lluvioso que el anterior y el sector turístico también se encuentra preocupado por eso. En Maldonado, la intendencia y algunos operadores privados están manejando la variable climática en sus previsiones para el verano. En este sentido, se trabaja en una agenda “verano lluvioso” para ofrecer otras opciones de disfrute y recreación a los turistas además de la playa. Podrá ser poco ante la necesidad de previsión y adopción de medidas para mitigar el cambio climático, pero es algo. Y, además, refleja un interés muy claro: que la lluvia no aleje a los turistas y el dinero que ellos dejan.