Locales | 20 Nov Astucia y picardía, rapidez y buenos reflejos, movimientos que permiten a los pobladores rurales demostrar estar prontos – y desde temprana edad – para resolver cualquier tipo de situaciones. Es el caso de Mateo Galiano que durante nuestra visita a Guarapirú nos sorprendió cuando de pronto nos muestra una pequeña liebre entre sus brazos. El pequeño animal – que dormitaba entre unos pastos procurando un poco de calor ante la aparición de los primeros rayos solares) no tuvo tiempo suficiente para escapar. Sonriente y de pícara mirada, el chico la mantuvo un buen rato entre sus brazos. Al acercar nuestra mano sobre el pecho del asustado animal, comprobamos rápidamente que el bicho no soportaba un segundo más esa situación. Luego de unas cuantas caricias y mimos, el niño soltó el animal y éste para asombro de todos, quería seguir jugando con el pequeño, aunque luego de unos minutos regresó a su habitat natural.