Paysandú, Jueves 26 de Noviembre de 2009
Deportes | 20 Nov Uruguay se aseguró el pasaje al Mundial. Es verdad, fue la última selección en anotarse para la fiesta de Sudáfrica, pero en definitiva la clasificación en el Repechaje vale lo mismo que la de Brasil o España, por tirar a la mesa dos de las selecciones super poderosas que aseguraron sin problemas su pasaporte a la cita mundialista.
La selección terminó sufriendo, fiel a su estilo. Como sufrió a lo largo de los vaivenes de una eliminatoria complicada, en la que supo encontrarse al filo de la cornisa, como también podría haber experimentado la irreconocible sensación de clasificar sin sobresaltos.
Esta selección terminó sufriendo como otros tantos combinados celestes, pero mereció mejor suerte. Es cierto que pecó en partidos que debieron ser suyos de principio a fin, pero también es cierto que hubo partidos en los que rayó a gran altura, sobre todo en la primera rueda de las eliminatorias, y no pudo o no supo cómo sellarlos a su favor, o arriesgar un poco más en algunos casos.
La irregularidad terminó condenando a los celestes a sufrir. Y basta con recordar los empates de local ante Venezuela, Chile o Ecuador, por ejemplo; o la igualdad del miércoles ante Costa Rica; o las derrotas ante Brasil y Argentina. Y ni hablar la derrota ante el último, Perú, en Lima.
Mereció mejor suerte, pudo haber clasificado directamente, pero el trámite de las eliminatorias hizo que Uruguay volviera a poner los pies sobre la tierra, logrando un quinto puesto y, con ello, una última posibilidad de soñar: el Repechaje.
Los celestes, que llegaron a la última fecha con la chance intacta de clasificar cuartos en el continente, habían encontrado su lugar en el mundo; otra vez un quinto puesto, tal como sucedió en las dos últimas competencias premundialistas. Sin importar si merecieron o no la clasificación directa porque, como dice aquel dicho repetido, en el fútbol no existen merecimientos.
Así fue tiempo de encarar el Repechaje ante Costa Rica, ante el que se logró un triunfo vital de visita y apenas un empate en el Centenario, donde hacerse fuerte ha sido un suplicio.
Tiene razón Tabárez: por suerte el Mundial no se juega acá. De los 27 puntos que disputó como local en nueve partidos de las eliminatorias (sin tener en cuenta el del Repechaje), solo pudo cosechar 15 (ganó 4, empató 3 y perdió 2). Demasiada ventaja cuando es más viejo que el sol que ganar en casa es fundamental, incluso para este Uruguay al que ser local le pone los nervios de punta.
Pero pese a ese sufrimiento permanente, Uruguay terminó alcanzando el objetivo de clasificar al Mundial. Ahora se viene otra historia. Será tiempo de conocer los rivales, de planificar el viaje, la estadía y los lugares de concentración y entrenamiento en Sudáfrica. Tocará comenzar a afinar el lápiz para la convocatoria, que seguramente no tendrá sorpresas. Y será tiempo de tomarse las cosas con más calma. De dejar atrás las eliminatorias y de poner en práctica lo aprendido. Será tiempo de asimilar que por errores propios o virtudes ajenas somos quintos dentro del fútbol sudamericano de un tiempo a esta parte, y que ese lugar permite comprender que no habrá nada que perder, que la selección tendrá derecho a arriesgar un poquito más y que el hincha puede darse el lujo de disfrutar que Uruguay esté en un Mundial. Sin pretender que sea campeón del Mundo.
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