Paysandú, Viernes 27 de Noviembre de 2009

Más subjetividad que datos reales

Opinion | 24 Nov En la vida todo es relativo, sostiene el dicho, y es que en realidad hay pocas cosas absolutas, y mucho más aún si trasladamos estos elementos a la política, donde la subjetividad tiñe las reflexiones y las evaluaciones, y las afirmaciones se manifiestan según el color del cristal con que se mire.
Así, tenemos que en el presente quinquenio, bajo la administración Vázquez, el país registró un crecimiento muy significativo, que ha sido reivindicado como uno de los logros del gobierno, pero la realidad indica que se ha crecido a partir de valores muy deprimidos, lo que quiere decir que lo que se ha recuperado y se promueve con bombos y platillos no ha permitido todavía que estemos situados en lo que se daba en el país a mediados de la década de 1990.
Ello da la pauta de que una buena difusión de verdades a medias puede lograr que sean incorporadas como una verdad indiscutible de tanto repetirlas, y ello va precisamente en reafirmación de la relatividad a la que nos referíamos, que también se enmarca en los extremos de la Ley de Murphy, que sostiene que “las cosas nunca están tan mal como para que no puedan estar peor”.
Es decir que estamos mucho mejor que la debacle de 2002, cuando nuestro país registró la mayor crisis de los últimos cincuenta años, pero sin alcanzar todavía los niveles de hace catorce o quince, que han sido curiosamente manejados por dirigentes del Pit Cnt como uno de los argumentos contra el aspirante presidencial Luis Alberto Lacalle, quien ocupaba la presidencia de la República en aquel momento.
Un artículo del economista y experto en temas agroecuarios Julio Preve Folle, publicado en el suplemento “Economía y Mercado” del diario El País, recuerda que comparando cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los ingresos, medidos según el Índice Medio de Salarios, están llegando recién ahora a sus valores del quinquenio 1990-1994, pese a que desde el gobierno y el movimiento sindical se ha hecho caudal de valores “nunca vistos” en el país en las últimas décadas.
En lo que refiere al desempleo, agrega el articulista que para el quinquenio que corre, en promedio es sin embargo mayor que el de aquel período, desde que en ese quinquenio era del 8,8 por ciento contra el 9,74 de los últimos cinco años. Por otro lado, de acuerdo a un estudio sobre “La pobreza rural en Uruguay: la situación actual y aportes para el diseño de una estrategia orientada a su combate”, de Carlos Paolino y otros, a pesar de la favorable coyuntura internacional del Plan de Emergencia, de la reforma tributaria, del Sistema Nacional de Salud y otros planes incluidos en las políticas sociales, la pobreza rural y urbana todavía duplica a la de los noventa.
Ello da la pauta de que siempre existen elementos subjetivos sujetos a relatividad y opiniones, a veces lanzadas sin mayor reflexión o intención y otras veces con la finalidad de inducir a opinión favorable con el apoyo de eslóganes fáciles y descalificaciones sin mayor asidero.
Es que, como bien sostiene el dicho, muchos caminos conducen a Roma, y sobre todo debe tenerse presente que los facilismos suelen tener como contrapartida la falta de sustentabilidad, al punto que lo que se da por un lado se saca con creces por otro o se sostiene solo mientras duren las políticas asistencialistas.
El punto es que de poco y nada sirven los crecimientos explosivos si a la vez ello no se basa sobre elementos sustentables, de carácter estructural, que aseguren que el andamiaje no se vendrá abajo tan pronto cambien las circunstancias externas, debido a nuestros problemas crónicos de vulnerabilidad.
Y la gran interrogante ante la que nos encontramos en la presente coyuntura radica en evaluar si realmente hemos logrado reducir la vulnerabilidad a los avatares externos, incluso regionales, teniendo en cuenta que la mayor crisis que hemos sufrido se originó precisamente ante un escenario regional, y si bien se han establecido correctivos en determinadas áreas, subsisten elementos que siembran inquietud respecto al grado de “blindaje” que realmente tenemos. Así, con cinco mil millones de dólares más de endeudamiento público que al comienzo de la presente gestión de gobierno y un gasto público que también ha superado todo límite de prudencia, tenemos comprometido en alto grado el futuro inmediato del país, al punto que en un abrir y cerrar de ojos podría irse al suelo toda la mejora social que se proclama tan alegremente.


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