Paysandú, Sábado 28 de Noviembre de 2009
Opinion | 22 Nov Las 23.000 soluciones habitacionales a que ha llegado Mevir desde su creación, en la década de 1960, a impulsos de don Alberto Gallinal, quien propuso y logró incorporar instrumentos para poder financiar la vivienda propia a miles de familias del olvidado medio rural, conlleva respuestas a una problemática de siempre para familias del interior profundo, con serias dificultades de acceso a una vivienda decorosa en múltiples rincones del país. En cada inauguración de estos complejos habitacionales, surgen las caras felices y el sentido del deber cumplido por los beneficiarios, que han alcanzado su sueño no sin mucho esfuerzo, con miles de horas dedicadas al trabajo por ayuda mutua en complejos que ahora se levantan en todos los rincones del país, tras los primeros intentos de dar continuidad a la idea del desaparecido productor y dirigente político que dejó un legado al país que trascendió su identificación partidaria.
Ya acercándose al medio siglo de existencia, la obra de Mevir ha permitido que unas cien mil personas del Interior profundo hayan accedido al techo propio, y logrado que en buena medida los uruguayos de casi tres generaciones nos hayamos habituado a que el paisaje de nuestros campos presente como algo normal los complejos de casas blancas incrustados muchas veces en medio de la nada o sustituyendo caseríos de viviendas semiderruidas, incluso verdaderas taperas, en las que faltaban servicios elementales y abundaban carencias para las familias rurales de menores recursos.
El Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural ha significado un proceso de reversión en la campaña, como es el caso de nuestro departamento, en que cientos de familias habitan complejos construidos en Gallinal, Tres Bocas de Cerro Chato, Quebracho, Chapicuy, Lorenzo Geyres, Piedras Coloradas, Orgoroso, Guichón, entre otras localidades, sustituyendo viviendas marginales por pequeñas casas bien terminadas, decorosas y fundamentalmente con cuotas accesibles para que los adjudicatarios estén en condiciones de amortizar la inversión de interés social.
Pero claro, la problemática de los habitantes del medio rural no refiere solo al acceso a la vivienda decorosa, aunque sea un logro prioritario, pues el techo propio no resulta suficiente por sí solo para retener a los pobladores de la campaña si al mismo tiempo no se tiene trabajo ni ingresos para amortizar la compra de la propiedad, aunque ésta se haga en cuotas prácticamente al alcance de todos los bolsillos.
Es notorio que un porcentaje significativo de los residentes en los complejos de Mevir han tenido dificultades en los pagos, que se han traducido en atrasos y si bien como dice el refrán “hay de todo en la viña del señor”, es decir quienes realmente no pueden y quienes especulan con otras prioridades en gastos, debe tenerse presente que las condicionantes particulares del medio rural son complejas y exigen respuestas también desde diversos ángulos. Pero sin dudas que un aspecto clave pasa por contar con oportunidades de trabajo para los jóvenes, que son los que tienen las mayores dificultades de inserción en el esquema laboral y generalmente tienen horizontes e inquietudes a los que no encuentran satisfacción en un medio en el que se les cierran las puertas.
Ello da la pauta de que además del acceso a la vivienda deben generarse polos de desarrollo, como se ha logrado en lugares como Gallinal, Piedras Coloradas, Chapicuy y Quebracho, por mencionar algunos ejemplos notorios en los que la forestación y explotaciones de cítricos han sido factor de desarrollo y creación de fuentes de empleo familiar.
Es decir que el acceso a la vivienda y a las oportunidades de trabajo, incluyendo posibilidades asociativas en otros rubros, con amplia participación de la mujer rural, son parte de la solución para el siempre olvidado Interior profundo, el que a menudo es tenido en cuenta por nuestro sistema político solo en instancias electorales, en tanto sigue pendiente la instrumentación de políticas específicas de carácter integral en su directo beneficio, sobre todo en áreas clave como la educación y la salud, solo por mencionar dos aspectos críticos en los que la población rural sigue postergada, más allá de las promesas de siempre.
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