Paysandú, Sábado 28 de Noviembre de 2009
Opinion | 22 Nov Uruguay se ha vuelto un país de población envejecida. La alta esperanza de vida al nacer y escaso crecimiento demográfico, sumado a la emigración de los jóvenes, la convierten en una sociedad con muchos adultos mayores y pocos niños.
Las políticas públicas han desarrollado históricamente sistemas de apoyo a los adultos mayores en lo que respecta a jubilaciones y pensiones, acceso a la atención de la salud y hasta oportunidades de recreación. Esto último se ha visto reforzado también por la acción de los clubes de la tercera edad, que se han convertido --al menos en Paysandú-- no solo en un lugar donde pasar el tiempo sino fundamentalmente un espacio de encuentro, disfrute y aprendizaje.
Sin embargo, un aspecto bastante relegado ha sido el de brindar soluciones efectivas para aquellos adultos mayores que por su condición de salud requieren atención y compañía permanente o han ido quedando solos por carecer de familia o porque ésta no puede atenderlos.
Las denominadas “casas de salud” son en muchos casos la única solución pero lamentablemente no todas ofrecen un trato adecuado. Trascendió en las últimas horas que el Ministerio de Salud Pública cerró más de 60 casas de salud para adultos mayores durante este período de gobierno tras constatar mala atención y falta de higiene. Otros aspectos negativos encontrados fue un incorrecto manejo de los alimentos, la falta de personal calificado y las carencias de infraestructura.
Según datos oficiales, hay en el país unas 1.500 residencias para ancianos en un escenario en el que el Poder Ejecutivo decretó una categorización de las casas de salud, dependiendo la habilitación y control del MSP.
En Paysandú, según lo informado a la Comisión de Promoción Social de la Junta Departamental, existen unas 26 pero solo 6 están habilitadas. Otras 7 están en trámite de habilitación y el resto “bajo vigilancia”.
Si bien las habilitaciones son trabajosas --puesto que hay que cumplir con aspectos edilicios, de higiene, contar con médico de referencia, habilitación de Bomberos, etcétera-- no es menos cierto que son necesarias. Esa meta no podría perderse de vista ya que lo que está en juego es ni más ni menos que la calidad de vida de ancianos. Aunque en muchos casos éstos cuentan con familias que los visitan y se preocupan, en otros no ocurre así. Por eso, es deber de la sociedad a través de los organismos correspondientes velar por ellos para que tengan en sus últimos años de vida un trato digno y humano.
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