Opinion | 27 Nov La confirmación de que comenzará a funcionar regularmente una línea de ómnibus entre Chapicuy, en Paysandú, y la capital de Salto, puede haber pasado desapercibido para la mayoría de quienes residen en la capital sanducera. Sin embargo, para Chapicuy la noticia constituye la concreción de un reclamo largamente anhelado y para muchas de las familias significa la diferencia entre migrar a la ciudad o permanecer en el lugar en el que están arraigados.
El intendente sanducero Julio Pintos dijo que esto es “muy importante para esta comunidad. El Ministerio de Transporte tiene que tener todas las certezas de que está adjudicando una línea que realmente se necesita, que no interfiere con otras líneas de la zona”.
En este caso el ómnibus facilitará el transporte a quienes estudian o hacen trámites en Salto y brindará a los habitantes de la zona la tranquilidad de una vía de acceso a los centros de atención sanitaria y oportunidades de formación para los más jóvenes.
Desde las capitales del Interior insistimos en la queja frente al centralismo montevideano, pero a la larga solemos reproducir esa “discriminación” con los ciudadanos radicados en las regiones alejadas de las capitales departamentales.
Resulta lógico que las empresas cuando licitan líneas o solicitan nuevos recorridos lo hagan buscando una rentabilidad económica. Sin embargo es fundamental que desde las intendencias se bregue porque ese aspecto no sea causante de la eliminación de vías de comunicación que posibiliten retener a la población radicada en zonas puntuales del Interior.
Bienvenidos sean los esfuerzos por posibilitar la comunicación a la población del Interior, porque es el camino que permite la igualdad de oportunidades entre ciudadanos, independientemente del sitio en donde residan.