Paysandú, Domingo 29 de Noviembre de 2009
Locales | 29 Nov (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). El último diario voló por la ventanilla del automóvil a las 5.05 de la mañana del viernes pasado. Apenas un sonido seco al golpear sobre la entrada para automóviles del 8 de Park Avenue, en Randolph. La parte uno del plan se había cumplido más o menos con acierto. El Sol demoraría todavía más de una hora en abandonar la otra mitad del mundo para alumbrar las tierras de este hemisferio. La oscuridad reinaba pues la Luna estaba cubierta por las nubes que durante la semana pasada acompañaron cada noche, algunas junto con lluvia.
Detuve un instante el automóvil, el Toyota Camry abuelito. La calle estaba desierta. Como siempre. Pero sabía que esta vez era diferente. Ajusté la sintonía de la radio hispana Amor de Nueva York y retomé el camino. La parte dos del plan comenzaba a ejecutarse.
Apenas dos kilómetros más adelante, por la ruta 10, todo cambió. El tráfico era similar al de las horas pico (rush hours), aunque en un solo sentido. Seguí el flujo del tránsito hasta el centro comercial de Ledgewood, atestado de autos y gente. No fue fácil encontrar un sitio donde estacionar, pero finalmente pude hacerlo.
La tienda por departamentos Walmart brillaba con todas sus luces. Afuera, una media docena de guardias de seguridad y adentro, un gentío propio del día antes de Navidad, pero antes de la salida del Sol.
Se vivía otro Viernes Negro (Black Friday), el día en que los comercios ofrecen las mayores rebajas del año en algunos productos, con el propósito de atraer a millones de clientes a lo largo y ancho de los Estados Unidos, quienes a su vez compran otros artículos a precios regulares. El Viernes Negro marca el comienzo oficial de la temporada de compras navideñas y marca la tendencia de los compradores. Aunque el país está inmerso en una inocultable recesión, los compradores atestaron las tiendas el Viernes Negro en busca de las mejores ofertas, de las gangas.
Yo mismo estaba tras una ganga. Mi intención era comprar una Netbook con un procesador de 1.6 Gb, memoria expandible a 4 Gb, con un disco de 160 Gb y lista para Internet, cuyo precio era de 198 dólares. Sabía perfectamente dónde estaba el artículo que buscaba: en la sección de Jardinería (las ofertas habían sido distribuidas por toda la
tienda). Camine tan rápidamente como pude, sorteando cientos de personas y decenas de carros de compra. Nada me apartaba de mi objetivo, salvo el hecho de que la tienda había abierto hacía ya media hora.
Finalmente llegué. Encontré un globo con el cartel “la fila para E (la letra con que se identificaba esa oferta) comienza aquí”. Y termina también, porque las Netbook disponibles habían ya “volado”. Es la técnica de los comerciantes. Ofrecen realmente gangas pero ponen a disposición pocos artículos. Eso hace que quienes pueden hagan fila horas antes o a veces un día antes frente a los comercios para ser los primeros en entrar.
Es que las mayores ofertas solamente están disponibles desde que la tienda abre (algunas a las 4 de la mañana, otras a las 5 y otras a las 6) y por pocas horas, generalmente hasta el mediodía. Esto tampoco asegura obtener la ganga que se busca. Hay que saber exactamente en qué parte de la tienda se encuentra el articulo y correr por él, literalmente. Dentro de la tienda, los primeros compradores compiten en una rauda carrera por llegar primero (o segundo) al lugar donde está su soñada ganga.
Decepcionado, miré a mi alrededor. Los gringos jugaban su deporte favorito: comprar, comprar, comprar.
Carros llenos de toda clase de artículos, desde televisores pantalla plana de 50 pulgadas (unos 800 dólares) hasta toallas de baño a solamente 2 dólares. De todo. Se supone que los gringos traen su lista de regalos y comienzan a comprar lo que planean regalar en Navidad. Por mi parte, me dirigí a la sección de Tienda para Hombres y compré “una parva” de camperas a mitad del precio regular. Pagué, tras esperar largos minutos en fila en una de las cajas, superé el control de un “ejército” de guardias de seguridad y volví al tránsito endemoniado de antes del amanecer del Viernes Negro. No había podido encontrar mi “verdadera ganga” pero había comprado a muy buen precio. El Viernes Negro recién comenzaba. Durante todo el día los centros comerciales estarían atestados de compradores. La recesión existe, nadie puede ocultarla. Pero parece como si los gringos hubieran comprendido que la mejor forma de terminar con ella es
volver a gastar su dinero. Y aman hacerlo en un centro comercial o en una gran tienda por departamentos. Es su pasión, tiene que ver con su esencia, con su identidad nacional. Gastemos hoy, que mañana habremos de morir. Gastemos hoy, que mañana será otro día... para gastar más...
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