Diario El Telégrafo | Paysandú | Uruguay

Paysandú, Miércoles 02 de Diciembre de 2009

Allá se puede, acá…

Opinion | 25 Nov Ciertamente las comparaciones son odiosas, especialmente cuando la parte que nos toca lleva las de perder. Pero si es para encontrar puntos de referencia para mejorar lo que tenemos, son perfectamente válidas. En nuestro caso la ciudad que más semejanzas guarda con Paysandú probablemente sea Salto, dada la cantidad de población, su ubicación geográfica y la idiosincrasia de sus ciudadanos, por lo que bien puede servir de modelo para analizar los avances o retrocesos que en materia de urbanismo y sociedad hemos alcanzado en nuestra ciudad. Para esta comparación nos basaremos en una breve visita que como simples turistas, realizáramos a esa población distante a solo 120 kilómetros de la nuestra.
Lo primero que sorprende al sanducero que está de paso es la sensación de mayor vitalidad de su calle principal, Uruguay, mejor iluminada que nuestra 18 de Julio, más angosta pero con veredas ensanchadas en mitad de la cuadra y las esquinas, que brindan mayor espacio para el recreo de los peatones. Mirando con mayor detenimiento se puede observar que respecto a la luz, las ventajas están en una mejor distribución de los artefactos, a una altura menor que los nuestros y que brindan un espectro lumínico más hacia los colores cálidos. Por otra parte las veredas ensanchadas permiten ganar espacio para los árboles del ornato público –algo que Paysandú necesita con desesperación en verano--, bancos y mesas de los restaurantes de la zona. Un proyecto urbanístico similar para Paysandú que está en el freezer desde hace más de 20 años.
También deslumbra la prolijidad de las veredas y plazas, sin papeles tirados, agua corriendo junto al cordón, arena o tierra por ningún lado, etcétera. Los jardines están en flor, perfectamente mantenidos y delimitados, mientras los espacios verdes presentan un césped prolijo (no pasto natural), nivelado y se aprecia que nadie lo pisa (mucho menos los vehículos, como ocurre aquí en la zona del Obelisco).
Pero lo que quizás llame más la atención de un sanducero, es que en la noche todos los motociclistas –sin excepción-- usan casco, los vehículos se detienen en los semáforos detrás de la línea de los peatones, y casi no existen las motos ruidosas. Es posible hablar en plena calle sin tener que elevar la voz. Todo esto que a nosotros nos parece sacado de una sociedad del Primer Mundo, en realidad ocurre en una ciudad muy similar a la nuestra. Paysandú supo ser así, incluso mejor. Pero hasta que no haya voluntad política para encaminar las cosas, con una intendencia que asuma sus obligaciones ejecutivas y administrativas, y una ciudadanía responsable y exigente, seguiremos retrocediendo hacia la decadencia.


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