ESCRIBE EL DR. RODOLFO CANABAL

Locales | 01 Dic La reciente realización de la segunda vuelta electoral, o balotaje, para elegir a quienes deben ejercer la presidencia y vicepresidencia durante el próximo período gubernamental, nuevamente fue una formidable demostración de civismo, de respeto por el derecho de todos los ciudadanos a expresar mediante la emisión del sufragio su opinión con toda libertad, en un grado que ciertamente prestigió el nivel de desenvolvimiento del régimen democrático en nuestro país, al punto que se puede decir sin incurrir en error, o en exageración, que dicho episodio fue nuevo ejemplo para América y para todo el universo.
Se formulan tales expresiones con muy profunda convicción, formada a través de decenas de años que vienen desde que era niño, primero en la mera observación de la realización de tales actos, luego a partir de 1942 en la intervención activa, cuando se salió definitivamente del período en gran parte, lamentable iniciado en marzo de 1933, como integrante de mesas receptoras de votos unas veces, como delegado otras, como votante siempre.
Como he señalado públicamente con reiteración, tal realidad fue sin duda obra mancomunada de la acción más que centenaria de los partidos tradicionales, los cuales legaron al país tal realidad que lo enorgullece y que, así corresponde que sea subrayado, es lo que hace posible que todas las colectividades o fuerzas políticas se alternen en el ejercicio del gobierno. Ello merece ser reconocido.
El derecho al respeto, a la potestad ciudadana fue muy claramente confirmado el domingo cuando los ciudadanos que, como candidatos e integrantes de fuerzas políticas diferentes enfrentadas, lo hicieron público y llamaron a que los ciudadanos también lo hicieran.
Con respecto a la próxima actuación, a partir del 1º de marzo del futuro año, sólo cabe, en primer término, abrir amplio crédito al próximo Presidente de la República José Mujica, y a su colectividad política. En segundo término cabe señalar que se han recibido en general con agrado, y también con esperanza, los anuncios del presidente electo de ofrecer a los demás partidos la realización de negociaciones tendientes a lograr fórmulas que respondan a acuerdos ajustados al interés general, a lo que más convenga al país, a la colectividad, de las cuales pueda resultar eventualmente la coparticipación en el ejercicio del gobierno o por lo menos que la integración de los directorios de los entes y servicios públicos sean compartidos, como ha sido la tradición nacional, y ello habilite el debido control en su funcionamiento de los partidos ajenos a la mayoría gubernamental. Tal intento para lograr acuerdos fue bien recibido por los demás partidos, algo por tanto muy favorable. Hubo en general acuerdo al respecto sobre los temas: seguridad, enseñanza, energía, medio ambiente
Si ello fuera posible se habría dado un cambio muy favorable en la marcha de los asuntos públicos, pues es notorio que en el período que culmina tales acuerdos estuvieron lejos de la tesitura mayoritaria, y hasta inexplicablemente del respeto que merecen las demás colectividades, no obstante el deber que todas mutuamente tienen al respecto. Corresponde subrayar también que fue un acto de sinceridad y de lealtad la actitud del presidente electo consistente en pedir disculpas por públicas manifestaciones que consideró ofensivas hacia integrantes de otras colectividades políticas, actitud que también abre favorable tesitura para su futura actividad en tan alta investidura.
Como corresponde en circunstancias como las emergentes del acto de dicho balotaje y de las precitadas actitudes, cabe esperar, con la mayor esperanza, que los sustanciales cambios que se han anunciado en las relaciones entre gobierno y oposición permitan, no obstante las notorias disidencias, y obviamente el legítimo y mutuo derecho a disentir en función de razonables fundamentos, que se logre una normal relación no obstante las disímiles opiniones, y así resulten acuerdos inspirados en el superior interés de colectividad nacional.