Opinion | 03 Dic El levantamiento del piquete impuesto por la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú en la ruta de acceso al puente internacional General San Martín, volvió a ser noticia con la elección de José Mujica como sucesor del presidente Tabaré Vázquez.
Varias versiones han circulado en estos días y el propio Mujica se ha encargado de desmentir públicamente que Argentina haya planteado una especie de canje por el cual el fin del piquete sería posible si Uruguay apoya la candidatura de Kirchner a la secretaría general de la Unasur, luego que en octubre del año pasado el presidente Vázquez la vetara en represalia por la tolerancia de las autoridades argentinas al piquete.
Lo que sí ha anunciado Mujica es la búsqueda de una solución al conflicto con Argentina por Botnia como una de sus prioridades. También ha sido claro en su disposición a dialogar largo y tendido sobre este tema: “compraremos mucha yerba y nos sentaremos en el puente a tomar mate el tiempo que sea necesario”, dijo recientemente.
Por su parte, los asambleístas de Gualeguaychú manifiestan tener esperanza respecto a la apertura de una instancia de diálogo que lleve a la relocalización de Botnia, puesto que no aceptan otra solución que esa. En este sentido, el asambleísta Jorge Fritzler --uno de los más influyentes del piquete-- reafirmó que al corte “no lo hace el gobierno sino el pueblo de Gualeguaychú” y que “si nuestra presidenta tuviera poder de negociación sobre el puente, lo hubiera liberado antes y así no fue”.
Evidentemente, estas posiciones dejan muy poco espacio para la negociación y casi podría decirse que la echan por tierra desde el principio. Sin embargo, no deja de ser un elemento a tener en cuenta el desgaste del piquete y la injusticia que representa que un puñado de ciudadanos --que con un argumento muy poco lógico y menos lúcido tampoco permiten dragar el río, porque “se va a sacar la contaminación de Botnia”-- sea quien dirija la política exterior de un país y la relación con las naciones vecinas.
De esta forma, la mateada de Mujica en el puente pinta muchas dificultades. Por otra parte, si bien todos deseamos que el paso sea liberado cuanto antes, cabría preguntarse si es justo para los ciudadanos que han sido afectados en ambos países que la posibilidad de negociación efectiva para una solución, sea simplemente la mayor afinidad política con el presidente electo.