Opinion | 05 Dic Tanto desde el lado argentino como del uruguayo han surgido cuestionamientos al manejo del embalse que han efectuado los técnicos de la represa de Salto Grande ante la gran crecida que están padeciendo las ciudades litoraleñas, por considerar que se priorizó equivocadamente el retener agua para turbinar, a efectos de reducir los costos de generación de electricidad, en tanto se encontraron con una masa de agua que desbordó todo manejo preventivo y se pagó el precio de las graves inundaciones.
Por supuesto, para ponderar estos escenarios se trabaja sobre modelos simulados y de experiencias anteriores, escenarios ficticios y evaluación costo-beneficio, incluyendo por un lado la necesidad de contar con agua para que funcione el complejo hidroeléctrico y por otro el costo social de padecer el anegamiento de zonas habitadas.
Claro, una cosa es evaluar decisiones con las cartas a la vista, y otra muy distinta arriesgar decisiones en un momento en que deben ponderarse posibilidades con las pocas certezas que se tiene, y además siempre con el componente de incertidumbre que genera el tiempo, tanto en el escenario local como aguas arriba del río Uruguay.
Analizando el escenario que se dio, desde una visión retrospectiva, a juzgar por los hechos acaecidos, puede afirmarse que hubo una evaluación errónea de la situación, por cuanto de haberse liberado un mayor volumen de agua con la suficiente antelación, hubiera sido posible absorber las ondas de crecida que llegaron del norte, y hacer que los efectos de la inundación fueran mucho menos severos que los que se dieron.
Pero, también hubiera sido poco razonable dejar vacío el lago, cuando se venía además de una gran sequía, y dejar sin generación hidráulica a los dos países, por si se daba que llegara una gran masa de agua.
Era también poco probable que durante noviembre lloviera en toda la zona más de 500 milímetros, es decir cuatro veces más que el volumen normal de lluvias para el mes, y toda la región sufriera desbordes por doquier, lo que indica que se estuvo ante un factor distorsionante que echó abajo toda previsión razonable, con las consecuencias por todos conocidas.