Paysandú, Martes 08 de Diciembre de 2009
Opinion | 01 Dic Según evaluación del profesor en Ciencias Políticas Wolfgang Merkel, director del Centro de Investigación Social de Berlín, la democracia uruguaya es la más sólida del subcontinente sudamericano, por una serie de factores que tienen que ver con el ordenamiento institucional, pero también por un aspecto cultural que responde a tradiciones que vienen desde el fondo de la historia.
Merkel dirige un departamento de investigación sobre la calidad de las democracias, los procesos de transición hacia ellas y su consolidación, que son aspectos inherentes a las condiciones propias en cada país, y que no solo responden a elementos estructurales, sino también a coyunturales, que son los que se oponen a esa consolidación.
En el caso de América Latina, seguramente las condiciones socioeconómicas son factor de gran incidencia en cuanto al apuntalamiento de los regímenes democráticos, por cuanto no puede haber democracia fuerte si a la vez su vigencia no conlleva una justa distribución de la riqueza, contribuye a allanar las diferencias sociales y promover las vías para la educación, la capacitación y generar oportunidades para todos sus ciudadanos, entre otros factores.
Si estas condiciones no se dan, las democracias presentan flaquezas y vulnerabilidades que dejan resquicios para que aparezcan seudos mesías que con discursos fáciles y propuestas voluntaristas capten a sectores de la sociedad que no tienen posibilidades de acceso a determinados bienes y servicios, con serias carencias en calidad de vida, y para quienes las prioridades no pasan por ejercer el derecho al voto cada determinado período para elegir gobernantes, y que tampoco consideran como un valor a preservar a toda costa el libre juego de las instituciones, la independencia de poderes y la vigencia del Estado de Derecho.
La democracia por lo tanto es un instrumento que debe preservarse, cuidarse y mejorarse, además de autodepurarse permanentemente, y es valedero traer a colación reflexiones de Merkel, por tratarse de un analista de fuera de la región, sobre la esencia de un estado democrático, cuando manifiesta al suplemento “Qué pasa”, del diario El País, que “en nuestras investigaciones intentamos desarrollar conceptos que expliquen qué significa la palabra democracia, y hemos llegado a la conclusión de que hay dos pilares: libertad para la participación política y Estado de Derecho. Más allá de esto también decimos que una democracia es más que poder tener elecciones libres”.
También adjetivó la calidad de las democracias, porque sobre todo en América Latina subsisten tentaciones que derivan en populismos y en delirios mesiánicos, con un barniz democrático o con serios defectos de concepción y/o instrumentación, pese a que los gobernantes surjan del voto popular.
Así, según el analista, si bien hay institutos que establecen que existen 120 países democráticos en todo el mundo, “para nosotros no es así. Si tomamos el caso de América Latina y exceptuamos a Cuba, vemos que hay distintos tipos de democracia, desde las enraizadas, como Uruguay, hasta las altamente defectuosas, como Colombia, Haití y Venezuela. Hay distintos tipos, pero hay también distintos grados de democracia”, dijo, y puso como ejemplo que “en este continente Venezuela y Uruguay tienen no solo dos sistemas políticos distintos, sino que también la calidad de su democracia es diferente”.
Es que precisamente, como bien analiza Merkel, un país puede tener elecciones libres y aún así ser una democracia defectuosa, cuando “un resultado electoral favorable se invoca como legitimidad para saltearse controles institucionales intermedios o colonizar el Poder Judicial. Ahí tenemos una democracia defectuosa”.
Y precisamente debe compartirse en toda su extensión la evaluación de que el déficit en justicia social puede convertirse en un riesgo para la supervivencia de una democracia basada en el respeto y el cumplimiento de la ley.
En este, como en tantos otros temas, no hay recetas mágicas, y a la vez cada país y cultura tiene sus características, virtudes y limitaciones particulares, pero sin dudas el fortalecimiento o decaecimiento de las instituciones tiene mucho que ver con las respuestas que reciba la sociedad a sus problemas, demandas e inquietudes, a su forma de participación y de transmitirlo, al ejercicio de los derechos como también de asumir los deberes, en un contexto cultural que necesita fuerte apoyo en el plano educativo y de formación ciudadana como forma de “vacuna” contra tentaciones totalitarias.
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