Paysandú, Miércoles 09 de Diciembre de 2009
Locales | 09 Dic Lentamente el espíritu de la Navidad comienza a manifestarse en la vida cotidiana de los sanduceros a pesar que aún no ha sido superado el impacto generado por las inundaciones. Si bien es clara la preocupación por la suerte de unos cuatro mil vecinos -lo que tiene su correlato en la importante cantidad de donaciones que se realizan, así como los espectáculos a beneficio de los damnificados--, la vida continúa y diciembre impone los clásicos colores de la Navidad -rojo, verde y dorado- en los comercios y aún los barrios de la ciudad.
Si bien éstos ya imperan desde hace casi un mes en la decoración y las góndolas de las grandes superficies comerciales, la mayoría de las familias que tiene por tradición armar el clásico “arbolito” recién está comenzando a hacerlo.
El 8 de diciembre, Día de la Virgen, es elegido por muchas familias cristianas para armar el árbol navideño y el pesebre.
El armado del árbol, de origen pagano, ha sido siempre una actividad que entusiasma a los niños, siempre dispuestos a colaborar en la tarea. Por eso, la compra de algún nuevo adorno, e incluso el obsequio de ellos por otros familiares, siempre resulta placentero y bienvenido.
Los comercios que venden adornos, luces, árboles y regalos han comenzado su zafra y si bien la practicidad y el consumismo han ganado terreno, seguramente aún andará alguien por ahí buscando un pino natural con buenas ramas.
Lo que no pudo ser este año fue la bendición de las playas. Como es tradicional, el Día de la Virgen marca también el inicio de la temporada. Sin embargo, acordarse de ellas pasó a ser un tema menor cuando las prioridades de la ciudad han cambiado y la población está atenta al descenso del agua.
En tanto, la comunidad católica conmemoró en la víspera la fiesta mariana más conocida y venerada de la cristiandad, especialmente en los países hispánicos: la Inmaculada Concepción de María, proclamada por Pío IX el 8 de diciembre de 1854.
Numerosos fieles católicos sanduceros partieron del centro de la ciudad para llegar hasta el Monumento a la Virgen, ubicado en ruta 3. Para algunos de nuestros vecinos será ésta una Navidad difícil. El impacto de una emergencia deja una huella económica, social y hasta emotiva que insumirá tiempo y esfuerzos para ser superada. En tanto, los arbolitos han comenzado a brillar, es tiempo de adviento y, para lo que sea, todos queremos renovar esperanzas.
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