Paysandú, Jueves 10 de Diciembre de 2009
Locales | 06 Dic (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). El gigante de televisión por cable Comcast firmó un acuerdo con NBC- Universal para controlar el paquete accionario mayoritario de esta empresa perteneciente a General Electric (un 80%, el restante 20% está en manos de Vivendi Universal). Esto representa una concentración de
poder mediático sin precedentes en el mundo y pone a una empresa proveedora de servicios al frente, por encima de una productora de contenidos, para determinar el camino del entretenimiento en diferentes formatos. Se estima que uno de cada 7 canales de televisión ahora estarán en manos de Comcast. Solamente falta el aval del gobierno, que probablemente demorará unos nueve meses su decisión.
Otra fusión anunciada en estos días es la de Microsoft y Yahoo, que culminaron una alianza de sus motores de búsqueda en Internet, todavía a la espera del aval de las autoridades de regulación.
La intención es hacer frente al liderazgo indiscutido de Google, que domina el 65% del mercado, mientras que Yahoo tiene el 18% y Bong el 10%. La ventaja de Microsoft es que podrá instalar como predeterminados esos sitios para generar tráfico en desmedro de Google.
Por otro lado, el Bank of America anunció que en los próximos días pagará los 45.000 millones de dólares recibidos en fondos de rescate del gobierno estadounidense, dinero obviamente proveniente de los contribuyentes. El banco quiere escapar de la supervisión estatal y para eso devolverá el dinero que se le prestó.
Pero, sin dudas, la principal noticia en Estados Unidos es que es el premio Nobel de la Paz el que acaba de ordenar el envío de 30.000 soldados adicionales a la guerra en Afganistán. Es el galardonado que dice no merecer el galardón, pero en menos de 11 meses al frente de la Casa Blanca ya ocupa el mismo podio que la Madre Teresa de Calcuta, el Dalai Lama y Nelson Mandela.
Este miércoles, cuando Barack Obama parta hacia Oslo para recibir honores por su diplomacia internacional, lo hará sabiendo que sus gobernados tienen otras preocupaciones. La economía hace sufrir a millones de estadounidenses. En el país cunde el desaliento (crece el número de los que creen que el gobierno equivoca el rumbo) y las noticias alentadoras son escasas. El aumento del desempleo es menor al previsto, pero hay más de 15 millones sin trabajo.
No deja de ser contradictorio, un presidente estadounidense elogiado como pacificador, receptor de un premio legendario, acaba de ordenar aumentar los efectivos estadounidenses en Afganistán a unos 100.000 soldados.
El Comité del Premio Nobel destacó que le otorgó el de la Paz a Obama “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre la gente”. Cómo sustentar eso con el envío de otros 30.000 efectivos a Afganistán resulta por lo menos difícil. La guerra no contribuye a la diplomacia, eso está claro.
Pero, por otra parte, ese es el sino de los presidentes de este país, una nación que se ha envuelto en las grandes guerras y en muchos conflictos regionales a lo largo del siglo pasado y que tiene muy metido bajo la piel su supuesta misión de custodio de la paz y la libertad.
Pero la realidad es que ni una cosa ni la otra dependen de Estados Unidos, que ve lenta pero -parece- inexorablemente reducir su condición de omnipotente potencia mundial, en un mundo de transformaciones fundacionales.
Qué pasará en los próximos años no lo sabe ni el futuro, pero es claro que Estados Unidos debe redimensionar su política exterior, y al mismo tiempo potenciar su economía interna para poder así retomar el camino perdido. No se trata de ser un policía mundial, porque eso no brinda beneficio a los habitantes de Estados Unidos.
Se trata de ser fiel custodio de lo mejor de esta nación, su enorme capacidad de generar riqueza. Hoy su presidente se enfrenta a un nuevo desafío, justificar en su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz su decisión de profundizar la guerra en Afganistán.
Y cuando regrese, deberá volver a intentarlo con la golpeada economía, los millones sin empleo, los muchos más millones sin seguro médico y los inmigrantes indocumentados librados a la buena de Dios. ¿Paz en la Tierra? ¿Realmente?
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