Paysandú, Jueves 10 de Diciembre de 2009

Desafío que no debe esperar a Copenhague

Opinion | 06 Dic Mientras se aguarda que la Cumbre de Copenhague de la próxima semana logre definir acciones y estrategias ante el desafío que plantea a la humanidad el cambio climático, inversores privados están analizando la afectación de recursos que permitan adelantarse a los acontecimientos, desde que de una forma u otra los países desarrollados, los emergentes y los subdesarrollados no tienen otra alternativa que redoblar la apuesta a reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases que causan el efecto invernadero que conspiran contra la habitabilidad del planeta, en un lapso en el que todavía los científicos no se ponen de acuerdo.
Es decir que no puede haber dos opiniones respecto a que el mundo debe encaminarse hacia el uso sustentable de los recursos naturales, sobre todo los que proveen de energía, y que es hora de ir pensando decididamente en la transición desde la era del petróleo hacia la de las energías renovables, aunque todavía no se haya determinado al verdadero sustituto del combustible fósil, aunque por lo general se indica que con el avance tecnológico el uso del hidrógeno, por su versatilidad y potencial, podría ser el motor de la energía y la economía que en lugar del que hasta ahora ha movido al mundo. Claro, hay situaciones distintas. Desde los países que son grandes consumidores --con Estados Unidos a la cabeza-- hasta los proveedores y naciones que están en una posición intermedia, que disponen de recursos naturales y sobre todo de muy buenas posibilidades para aprovechar recursos naturales renovables, con ventajas comparativas respecto al resto.
Ante este panorama, corresponde traer a colación que ya hay muy buenos fundamentos para estimar que la inversión en energías renovables podría trepar a un récord de 200.000 millones de dólares el año próximo, desde que hay empresas multinacionales como la CLP Holdings de Hong Kong y American Electric Power, que están en camino de encarar proyectos que no dependen a esta altura de un nuevo tratado sobre cambio climático.
Así, el gasto privado y público en tecnología relacionada con paneles solares y turbinas eólicas aumentará alrededor del 50 por ciento este año, aún sin aguardar que salga a luz lo que eventualmente resuelvan los líderes mundiales que se reunirán en Copenhague. Pese a que en cierto momento reinó optimismo respecto a los resultados de este encuentro, las previsiones son que no se alcanzará la meta de completar un tratado para limitar las emisiones de dióxido de carbono y promover la producción de energía limpia.
A despecho de este inconveniente para impulsar la investigación y desarrollo de energías renovables, por lo menos en el corto plazo, empresas y fondos de inversión están aumentando el gasto de cualquier forma, anticipándose a un acuerdo y en respuesta a la financiación del gobierno, las reglas y el apoyo público.
Un responsable de American Electric destacó que el gasto gubernamental de energía limpia aumentará a más del doble respecto a este año, unos 60.000 millones solo en Estados Unidos, y este país, junto a China y otras diez naciones han aprobado un total de 177.000 millones de dólares en financiación de estímulos para “energía verde” durante varios años.
Los capitales internacionales se están orientando a emprendimientos en el área de la energía eólica y la solar, y así nos encontramos con que CLP Holdings de Hong Kong está construyendo una planta marítima de energía eólica por 903 millones de dólares, en tanto American Electric está buscando proveedores de 2.000 megavatios de esta energía para 2011, el doble de su meta original, para cumplir con los requisitos estatales de energía renovable, y en la misma línea se encuentra NRG Energy, el segundo productor de electricidad en Texas.
El crecimiento de la demanda de energía eléctrica en los últimos años ha tenido paralelamente como elemento innovador la aprobación de normas en países como Estados Unidos y China, para que las empresas de electricidad incluyan energías renovables en sus carteras, y en este escenario es preciso situar, con nuestras limitaciones, lo que se está en condiciones de hacer en Uruguay, y no solo por razones ambientales, sino también de economía, desde que la electricidad de origen térmico a petróleo resulta muy onerosa para nuestro país, y a la vez las compras a nuestros vecinos son en extremo caras, en toda ocasión.
Hasta ahora se han convocado licitaciones en biomasa y eólica, fundamentalmente, pero con extrema lentitud y en forma muy parcial, por lo que es preciso seguir avanzando en esta dirección y promover con audacia la reconversión hacia estas energías alternativas, anteponiendo los intereses del país a los de organismos como UTE, que hasta ahora habían primado y han entorpecido los intentos de licitar magnitudes significativas de potencia, haciendo que las cosas marchen mucho más lentas que lo que debieran.


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