Opinion | 12 Dic En relación inversamente proporcional a su difusión y ampulosidad, la reciente Cumbre del Mercosur, realizada en Montevideo, ha cumplido con la regla de este tipo de encuentros, con un alto quórum de delegaciones y discursos que suenan muy bien al oído, pero con la percepción, muy ajustada a la realidad, por cierto, de que cada uno dijo lo que quería decir, pero en un diálogo de sordos.
En este foro también intervinieron amigos entrañables entre sí, como José Mujica y Hugo Chávez, los que por ahora no intervienen directamente en el bloque regional, desde que el mandatario venezolano pidió el ingreso pero todavía no lo han aprobado los parlamentos de Brasil y Paraguay, en tanto José Mujica asumirá recién en marzo, pero igualmente está cortando camino.
En lo que sí hubo acuerdo, por lo menos en la declaración, fue en condenar las elecciones en Honduras, por entender que estaban viciadas de nulidad, es decir metiéndose en un tema absolutamente político e ideologizado, que es ajeno al Mercosur, y en el que atisban solidaridades que en gran medida significan ir detrás de Brasil, que es el país que ha tenido alta participación en la crisis centroamericana a partir de otorgar refugio en su embajada al depuesto presidente Manuel Zelaya.
Y así, cada uno de los presidentes ha tratado de llevar agua para su molino a veces “estirando” las normas a su antojo y según su propia interpretación, como la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien sostuvo que el bloqueo del puente internacional General José de San Martín es un tema bilateral y que nada tiene que ver con la multilateralidad del Mercosur, como si no fuera una conexión clave para el comercio intraregión.
Pero de lo que realmente importa, que son los graves problemas que atraviesa el bloque, la bilateralidad e imposición de normas por Brasil y Argentina, los proteccionismos disfrazados de barreras sanitarias, la reticencia de Brasil a reducir el arancel externo común, para proteger sus exportaciones, no se habló.
Y con esta intrascendencia crónica, podrían hacerse cumbres día por medio, para no cambiar nada, si no hay interés de quienes precisamente son responsables de que las cosas estén planteadas de esta forma.