Paysandú, Miércoles 16 de Diciembre de 2009

En educación, seguimos retrocediendo

Opinion | 13 Dic La semana anterior quedó instalada y celebró su primera sesión formal la Comisión Nacional de Educación (Comine), organismo creado por la Ley de Educación, que cuenta con 18 integrantes representativos de los sistemas educativos, el Poder Ejecutivo, las cámaras empresariales y los sindicatos de la educación, así como representantes de la central sindical Pit Cnt. Se trata de un grupo de trabajo asesor y que por lo tanto no tiene poder resolutivo en esta área, aunque está facultado para realizar debates sobre inquietudes de sus integrantes y puede formular propuestas.
Este paso inherente a la nueva normativa se da en el marco de una problemática de la educación que sigue mostrando la misma tendencia que años anteriores, y sin que la ley promovida por el Poder Ejecutivo realmente haya identificado cuales son los reales problemas de la enseñanza en nuestro país, que vienen de larga data pero que se han agravado significativamente en los últimos años.
En este acto formal de instalación, el director de estadísticas del Ministerio de Educación y Cultura, Gabriel Errandonea, presentó un avance del Anuario Ejecutivo 2008, que será presentado esta semana, el que por cierto no es alentador y confirma la percepción que tiene el ciudadano común respecto a la evolución de esta área fundamental para la vida del país.
Indica el resumen que “en Educación Media Superior hay un incremento de la no aprobación, acompañado por una caída relativa del abandono. Se trata de un cambio negativo en la composición de la estructura de la matrícula”, y considera que esta tendencia se verifica en consonancia con el crecimiento de la oferta laboral.
Paralelamente, en Primaria se presenta un cuadro decreciente en la matrícula, a la vez que se observa un fenómeno de crecimiento de la educación privada que se arrastra desde 2003, en tanto también está cambiando la predominancia del egreso universitario en términos de áreas de conocimiento, desde que “en los últimos años había pasado del área de la salud a la administración y del derecho, y ahora la predominancia pasó al área de las ciencias sociales”.
Estos elementos muy generales son apenas un esbozo de una problemática muy compleja que involucra a nuestros niños y jóvenes de hoy pero que se proyecta hacia el futuro, desde que es impensable la inserción en el mundo moderno y consolidar políticas de desarrollo si a la vez no existe la formación y capacitación en las áreas clave que requiere el país.
El punto es que la educación no puede aislarse de un contexto problemático mucho más vasto, que necesariamente debe tener en cuenta la degradación de valores que surge ya desde el núcleo familiar y los entornos sociales, que desdibujan objetivos e invierten prioridades que en otros tiempos estaban muy claras, pese a que las cosas nunca fueron fáciles y nada se alcanzaba sin esfuerzo.
Pero evidentemente hoy se están manejando otros parámetros, y no necesariamente para bien, y lo que es peor, la educación sigue atada a los viejos esquemas, ante otra realidad y otros desafíos, al punto que se conjugan por un lado la degradación de valores en buena parte de la niñez y sobre todo de los jóvenes, con una respuesta del área educativa que no está a tono con las exigencias en cuanto a demanda laboral, para que las nuevas generaciones perciban que realmente se están formando con el propósito de obtener lo antes posible retorno tangible de los conocimientos que reciben, aplicados en el escenario del trabajo, en lugar de recibir una enseñanza abstracta que incorpora en exceso materias dispersas, por fuera del área específica de formación. Y para revertir esta situación no alcanza con regalar computadoras a los niños, sin el respaldo de un plan de estudios concreto y evaluable que demuestre la verdadera utilidad pedagógica de la herramienta informática. Por el contrario el Plan Ceibal, considerado una revolución en la educación primaria, podría terminar siendo contraproducente en la formación del niño si el educando primero no aprende a valerse de los medios tradicionales para obtener información, como libros y enciclopedias, y a leer y escribir correctamente antes de asimilar las barbaridades que son moneda corriente en la Internet.
En otros tiempos, el Uruguay fue un modelo para el continente en cuanto a su nivel educativo, pero este concepto quedó perdido en el tiempo, como también la idea de que era la “Suiza de América”, a la que todos soñaban por lo menos parecerse. Hoy en promedio, nuestros niños y jóvenes tienen un grave déficit en expresión, en lenguaje oral y escrito, en el estudio de las matemáticas y en la oferta de formación técnica dirigida a abrigarle posibilidades en el campo laboral.
Y mientras las reformas educativas no se centren en llegar a un diagnóstico certero de la situación, para actuar en consecuencia, con altura de miras, en lugar de discutirse quien tiene más cuota de poder, defendiendo su “chacrita”, poco y nada bueno cabe esperar en el futuro inmediato.


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