Opinion | 14 Dic Estar endeudado es una situación indeseada, sea un individuo, una empresa o un país. Pero en el caso de los países, se corre un cierto peligro de que el gobierno acreedor sienta que puede ejercer determinada presión o injerencia en asuntos internos del país deudor.
Según informó “El País”, la deuda mantenida por Ancap con Pdvsa (Petróleos de Venezuela S.A.), por la compra de combustibles asciende a la friolera de 500 millones de dólares, lo que será pagado en 17 años. Tras la firma en 2006 del Acuerdo de Caracas, quedó establecido que gran parte de combustibles importados por Uruguay para consumo nacional provendría exclusivamente de Pdvsa --entre el 50% y 70% del total--.
Pero Ancap no es la única empresa endeudada con la estatal venezolana; Petropar (Petróleos Paraguayos) mantiene una deuda vencida con Pdvsa superior a 300 millones de dólares, cifra que, según el diario paraguayo “ABC”, trepó debido a las condiciones impuestas en los contratos de provisión suscriptos con la petrolera venezolana.
Argentina también está en similares condiciones. Esto hace pensar que el presidente Hugo Chávez utiliza su petróleo para fortalecer el posicionamiento de Venezuela en la economía internacional. Incluso procura ingresar -todavía no ha sido aprobado por todos los estados miembro- al Mercosur, bloque regional que admitiría a un país bastante lejano.
Resulta curioso que mientras Chávez se la pasa criticando a Estados Unidos por su imperialismo, considerándolo el peor de los demonios que quiere tragarse a las pobres naciones, parece mantener una actitud imperialista. Según la Real Academia Española, imperialismo significa “actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política”.
¿No es acaso una actitud imperialista la de Chávez al negociar acuerdos que mantienen endeudados a los países que necesitan petróleo para lograr respaldo a su gobierno y a sus ideales?