La distancia no los afectó

Locales | 16 Dic El barrio Atlántida nació cuando un grupo de ciudadanos ocupó un terreno inundable del Ministerio del Interior en calle Park Way y formó un asentamiento ilegal que fue desalojado por la Justicia. Vivieron en ese lugar varios años. Luego iniciaron un trámite en la Intendencia durante el período anterior, en 2003, que se canalizó por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, el cual les brindó un terreno en calles Yapeyú y Grito de Asencio, dos cuadras al Norte de Bulevar Artigas, en la zona del Batallón “General Leandro Gómez” de Infantería Mecanizada Nº 8. Se construyeron 13 viviendas por ayuda mutua con mano de obra de los propios vecinos y con la dirección de técnicos municipales y materiales del MVOTMA y de la propia Intendencia, y se entregaron en julio de 2008. Se trata de seis casas de dos dormitorios y 48 m2 de superficie, y siete de tres dormitorios de 58 m2, con paredes de ladrillo de campo, techo de zinc con cielorraso de espumaplast, piso de arena y portland que hoy, un año y medio después, varias ya están embaldosadas, con cocina, baño completo, la instalación eléctrica, alero al frente y patio trasero. La construcción total -sin contar el terreno- costó en aquel momento un total de 2.600.000 pesos. El costo promedio por vivienda fue de 200.000 pesos en materiales, unos 10.000 dólares al cambio de hoy.
LOS VECINOS CONTENTOS
Una recorrida por el barrio permitió establecer que la mayoría de los vecinos están conformes con sus viviendas, las cuales en muchos casos se vieron beneficiadas con algunas mejoras. Para Yanela Rosales, por ejemplo, su vida “cambió mucho” desde que se instaló en el barrio, y sigue trabajando como antes. Fue muy clara: “allá vivimos tres años y estábamos en el agua, y acá es suelo seco”. Es una de las vecinas que ya le puso piso embaldosado al hormigón original.
Walter Blanc es otro de los vecinos que se mostró satisfecho y echó por tierra algunos argumentos sobre la zona en que le tocó su vivienda. “Es un barrio muy tranquilo”, aunque le queda algo lejos de su lugar de trabajo, que es en San Félix. “Está lejos nomás, pero se compensa porque son una hermosura las casas”. Rosa, si bien satisfecha de la vivienda, reconoció que “todavía no me adapto, me cuesta un poco porque me crié y viví siempre allá” en Park Way, pero aclaró que “no nos podemos quejar por la casa”. Otros vecinos también trabajan lejos de su hogar, algunos “en la trilla”, según nos dijeron. De todas formas, su techo propio y en tierra seca mitiga el esfuerzo de la relativa distancia.