Paysandú, Domingo 20 de Diciembre de 2009
Opinion | 17 Dic Un informe presentado en el reciente Encuentro de Mesas Locales para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana realizado en Montevideo reveló que entre los problemas más importantes que se identifican en el área de convivencia y seguridad en Mon- tevideo, Canelones, San José, Salto, Pay-sandú, Río Negro y Cerro Largo figuran en primer lugar el consumo de droga y las “bocas” de distribución.
En el país hay 26 mesas locales ya instaladas, las que definieron las quince categorías que representan problemas para las comunidades en las que trabajan. De ellas, cinco están relacionadas con la niñez, adolescencia y juventud y refieren a las drogas, los niños y adolescentes en situación de calle, el maltrato infantil, los niños y adolescentes en conflicto con la ley y los delitos en general (hurtos, arrebatos y rapiñas).
Todos estos temas, de una forma u otra tienen que ver con la seguridad pública, hoy en boca de todos. Y la seguridad pública implica que los ciudadanos puedan convivir en armonía, cada uno respetando los derechos individuales del otro teniendo al Estado como garante y máximo responsable a la hora de asegurar el orden social.
La seguridad pública depende también de la eficacia de la Policía, el funcionamiento del Poder Judicial, las políticas estatales y las condiciones sociales.
Como es fácil darse cuenta, todos estos elementos no son fáciles de manejar y su mejor o peor funcionamiento y coordinación implican mejoras o perjuicios para todos.
En el referido encuentro, el abogado Eduardo Pirotto, asesor del Ministerio del Interior y coordinador de las referidas mesas locales, puso como ejemplo la experiencia de San Salvador donde se defiende la idea de “Ni mano dura, ni mano blanda; mano inteligente”.
El slogan de “mano inteligente” no deja de ser atractivo aunque no siempre fácil de llevar a la práctica, especialmente cuando pareciera que los organismos y actores sociales que deben intervenir para la búsqueda de soluciones a temas como el del consumo y distribución de drogas o la delincuencia juvenil, no siempre están a la hora del debate. En el caso particular de la problemática de las drogas, la realidad conocida por todos en determinadas zonas y lugares de las ciudades exige no solo “mano inteligente” sino acciones inteligentes y efectivas que trasciendan el discurso para proteger verdaderamente a los niños y adolescentes de las redes de las drogas que en ocasiones son un trampolín hacia conductas delictivas que todos desearíamos no existan.
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