Opinion | 18 Dic En los primeros días de diciembre la demanda de combustible superó las existencias en las estaciones de servicio del Litoral debido a problemas surgidos en la planta de Ancap de Paysandú. Entonces se fundamentó el motivo en el hecho de que la planta cerró el fin de semana por la crecida del río Uruguay.
Afortunadamente el problema fue solucionado en pocos días, las estaciones abastecidas y el incremento en la demanda del sector agrícola satisfecho. El transporte de los combustibles se realizó a través de camiones que cargaron en las plantas de Ancap de Juan Lacaze y Montevideo, que extendieron su horario de atención a los transportistas. Desde nuestro punto de vista esta situación puntual no hace más que evidenciar una realidad, pues podría decirse que es habitual que en algún momento del mes el combustible llegue a las estaciones de servicio del Norte del río Negro directamente en camiones y no por vía fluvial, en el Ancap IX. Los motivos en cada caso son diferentes: el barco está en mantenimiento, el personal tiene licencia, el río está muy alto o tiene muy poco caudal, la embarcación está asignada al transporte de gasoil o fuel oil desde Argentina u otra misión.
Notoriamente las razones en cada oportunidad son impedimentos válidos, pero esto genera que la planta del ente con mayor capacidad de acopio se vea trabajando a menor ritmo del que permite su capacidad y paralelamente que Ancap deba asumir costos de transporte mayores, ya que es evidente que resulta más oneroso el traslado por carretera que la llegada de los combustibles a través de la vía fluvial. Tal vez sería viable mejorar la planificación logística y aprovechar los depósitos con los que se cuenta para que las demoras en la llegada del combustible estén cubiertas. El asunto seguramente tendrá mayor complejidad que la que visualizamos los simples ciudadanos, pero parece claro que requiere de un análisis y tratamiento especial, ya que no se trata de un problema puntual.