Paysandú, Jueves 24 de Diciembre de 2009
Opinion | 18 Dic Con múltiples desafíos por delante, el gobierno electo está enviando señales a los actores en sus respectivos ámbitos sobre sus objetivos en grandes áreas en las que están pendientes reformas y modificaciones que seguramente generarán resistencia en los actuales beneficiarios de este estado de cosas, que no es por cierto la población en general, sino grupos de interés y corporaciones de funcionarios del Estado que se han resistido históricamente a ceder cuotas de poder de las que se creen únicos depositarios.
En las últimas horas el futuro vicepresidente Danilo Astori, en la misma línea en que se ha movido José Mujica, consideró que los corporativismos son una de las trabas para avanzar en la educación y la reforma del Estado y adelantó que se retomará la idea de un compromiso nacional de gobierno con trabajadores, empresarios y oposición.
En la exposición que realizó en el último almuerzo del año de la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), sostuvo que hay una “enorme desproporción” entre “el esfuerzo gigantesco” que ha hecho “la sociedad uruguaya en materia fiscal y los resultados que se han obtenido en materia educativa”.
Mencionó como “obstáculos importantes” para cumplir los objetivos “las actitudes corporativas” que “anteponen el interés sectorial al nacional” y el hecho de que “somos una sociedad conservadora”, con temor a la innovación, lo que habrá que vencer para el progreso del país. Además, para la reforma del Estado, Astori indicó que habrá que vencer mentalidades retrógradas y también actitudes corporativas, al igual que en la educación, en tanto adelantó que las primeras etapas de la reforma del Estado se basarán en “medidas de calidad que beneficien a la gente”, y que esa gente se transforme en “hincha” de esta reforma.
El ex ministro dijo que la estrategia del próximo gobierno es centrar sus esfuerzos durante los primeros años de gestión en la reforma del Estado, infraestructura (con énfasis en energía y transporte) y educación, idea que seguramente comparte la mayoría de la población y también el resto del sistema político, desde que con algunos matices, todas las fuerzas políticas habían coincidido en la necesidad de abordar cambios estructurales fundamentales en el marco del objetivo de modernizar el estado, adecuarlo a las necesidades del país, limitar al mínimo posible la burocracia y a la vez mejorar la enseñanza en todas sus ramas.
Pero claro, ya tenemos la experiencia de la Administración Vázquez, que con la “madre de todas las reformas” del Estado se quedó solo en los enunciados y no forzó para nada la mano, ante la oposición precisamente de las corporaciones a que se refiere Astori, quien como ministro de Economía y Finanzas resistió un tiempo las presiones para dotar de más recursos a la enseñanza, hasta terminar por ceder y reconocer ahora que la mayor asignación de recursos se ha traducido en cualquier cosa, menos en las mejoras que tanto se necesitan en la enseñanza.
En buen romance, se han invertido mal los recursos --que tanto esfuerzo demandan a los ciudadanos-- en satisfacer demandas de corporaciones a las que poco y nada les interesa la calidad de la educación y solo defienden sus intereses, a la vez de disputarse el poder dentro de los organismos que rigen las respectivas ramas de la enseñanza.
Los conceptos del ex ministro de Economía y Finanzas y vicepresidente electo conllevan un mea culpa por incumplimiento de lo que se había anunciado en su momento y a la vez un cuestionamiento implícito a la Ley de Educación que se ha comenzado a instrumentar. Esta norma no introduce ningún cambio en la dirección correcta y satisface únicamente parte de las demandas de agremiaciones de docentes que no solo apuntan a la participación en las políticas educativas, sino a dirigir la enseñanza, como juez y parte.
El punto es que el Frente Amplio y estas corporaciones a que alude Astori han sido la misma cosa, porque han actuado juntos desde hace muchos años para llevar la izquierda al gobierno y, una vez que lo han conseguido, todo lo que pretenda impulsar el gobierno contra los intereses corporativos significarán un divorcio y un conflicto seguro, de desenlace impredecible.
Aquellos polvos trajeron estos lodos, como sostiene el refrán, con la población y el país como rehenes de compromisos que les son ajenos y que servían en su momento para oponerse a todo lo que intentara el gobierno de turno en la materia, pero que a la hora de proponer y hacer a favor del interés general, son ataduras de las que no va a ser fácil zafar, por mejor intención que se tenga.
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