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Paysandú, Viernes 25 de Diciembre de 2009

Cuando mirar molesta

Opinion | 22 Dic Será quizá una idiosincracia propia o simplemente resabio de costumbres pueblerinas, pero lo cierto es que ciertas actitudes y comportamientos de nuestra sociedad no sólo molestan sino que hasta puede generar problemas.
El darse una “vueltita” para ver cómo va una obra, los efectos de la creciente e incluso algún accidente o desgracia, es una costumbre que todavía mantiene buena parte de la población en esta ciudad.
Lo vimos durante las recientes inundaciones, cuando vecinos de las zonas marginales de la ciudad, que resultaron afectadas por el agua, manifestaban abiertamente su molestia --e incluso fue registrado así en notas de prensa-- por la presencia de personas que en su auto, tomando mate y en tren de paseo llegaban hasta el lugar no para dar una mano sino para ver hasta dónde iba llegando el agua y cómo se hacían las mudanzas.
Lo mismo pasó durante la reciente construcción de un importante edificio para fiestas y eventos ubicados en las afueras de la ciudad, cuya evolución de obras fue seguida atentamente y no era inusual encontrar autos con familias que se acercaban hasta la zona a dar una vuelta para ver cómo iba la obra.
También ha ocurrido aglomeración de curiosos en ocasión de incendios de gran magnitud, lo que demuestra escasa conciencia del riesgo potencial de estar en un sitio así o el estorbo que esa presencia puede causar para quienes están trabajando en tratar de extinguirlo.
Sin embargo, no se trata de una costumbre exclusivamente sanducera, puesto que en la vecina ciudad de Colón este tipo de comportamiento urbano se tuvo en cuenta para tomar decisiones públicas relativas a la tarea de acondicionamiento de las playas que se pondrá en marcha apenas el descenso de las aguas del río Uruguay lo permita.
El propio intendente de Colón, Hugo Marsó, dijo en una entrevista a este diario que previo al inicio de dichas tareas se tomarán medidas drásticas y éstas consisten en “impedir el acceso de la población a toda la zona de la costa para poder trabajar tranquilos en el acondicionamiento de las playas”.
Y agregó: “vamos a cortar el acceso porque la gente comienza a pasar para ver cómo quedó y se produce barro y daños que después cuesta mucho recuperar”. Con estas declaraciones el jerarca municipal puso así la mira en una costumbre que por ser precisamente, un hábito arraigado, se ejecuta sin pensar en las consecuencias.
Los citados, son entonces, claros ejemplos de casos en que el “ir a mirar”, molesta.


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