Paysandú, Sábado 26 de Diciembre de 2009
Rurales | 19 Dic Eduardo Michelena hace ya cuatro años que incorporó el Merino multi Propósito, porque cuando conoció a esta oveja consideró que era “lo que siempre busqué”, siendo un criador de Merino Australiano desde hace mucho tiempo.
Reconoce que siempre prefirió los animales más lisos, con pocas arrugas, de buen tamaño y que pudiera asemejarse a una buena res carnicera.
Eduardo Michelena es propietario del establecimiento San Ramón, en Cuchilla del Daymán, departamento de Salto. Allí trabaja naturalmente sobre 70% de basalto superficial y 30% de basalto medio y profundo. Produjo lana Merino de una finura de promedio de 21,4 micras, con variaciones de acuerdo a la influencia ambiental de cada año. Un porcentaje menor --de no más del 10 por ciento del total--, producía vellones por debajo de 20 micras con animales adultos, lote con el cual logra una cotización diferencial.
Los técnicos de Ovis XXI le recomendaron seleccionar ovejas que antes había refugado, con “lana con punta de lápiz”. En realidad se operó un cambio de mentalidad, un cambio de la forma de ver las cosas y aún de apreciar los animales. “Pero hay que hacerlo” porque aún teniendo recién ovejas ¾ sangre MPM, llegaron a la esquila en una época de lluvias excesivas e igualmente dieron vellones de 3,9 kilogramos, con una finura de 19,8 micras. “Estamos con todo por debajo de las 20 micras que empiezan a generar precios diferenciales”, dijo.
Por su parte, los corderos embarcados a frigorífico, registraron un peso de caso 3,5 kilogramos por encima de los corderos Merino tradicional con un 25% de Corriedale.
Recomendó a quienes apuesten al MPM en el futuro: a los corderos hay que pesarlos porque “al verlos nadie cree el peso que pueden dar esos corderos finos” pero la realidad muestra lo contrario. Pero además aportó los datos que recibió de la cooperativa Calsal a quien se consignaron los corderos a través del sistema cooperativo, que catalogó a los corderos a nivel industrial como una “muy buena res sin exceso de grasa”.
El Blanquillo
En el establecimiento El Blanquillo ya se estaba trabajando con el objetivo de afinar el vellón del Merino Australiano que se crió tradicionalmente, cuando apareció el MPM. La decisión de adoptar esta nueva propuesta surgió considerando que es una herramienta válida para continuar el proceso de reducir la finura y además dotar a los corderos de mejor condición carnicera e inclusive rusticidad.
Este fue uno de los aspectos que impactó a la criadora cuando se criaron los primeros corderos cruzas, porque cada vez necesitaba más tiempo para la terminación de los corderos de la cola de El Blanquillo. Está situado en Paysandú, próximo al límite con Salto y allí “se siguió afinando y se mejoró mucho en la condición carnicera que era la pata más débil de la empresa” aseguró a Conexión Agropecuaria la ingeniera Iglesias.
En El Blanquillo, que está sobre un basalto con índice Coneat 77, se hizo la primera inseminación con MPM en el año 2006, en parte de la majada. Esta es una de las dos cabañas que producen carneros, existiendo una tercera en formación.
En marzo se llevarán al remate en Tacuarembó los productores que reciben la calificación de “superiores y mejoradores”, pero en el establecimiento también se pueden conseguir carneros generales.
Corriedalista
Antonio Rodríguez Sotto no se niega a que lo califiquen como un corriedalista tradicional y no demoró mucho tiempo en convencerse de iniciar un proceso de cruzamiento con MPM.
Casualmente una noche, un conjunto de carneros que iba en viaje más hacia el Oeste, fue a parar en su establecimiento, California, situado en la zona de Tacuarembó Chico. Al día siguiente, antes que siguieran viaje los observó con atención y valoró el hecho de ser un animal sin arrugas y con una mecha llamativamente larga. Todo eso adornado con una muy buena conformación, de buen largo, profundo y muy buenos cuartos.
También valoró su docilidad y cuando observaron los datos objetivos se encontraron que aquella lana que por apreciación visual mediante parecía de 24 micras, era algo superior a las 17 micras. Primó la condición de “ovejero de alma” y poco tiempo después observando los primeros borregos producidos por Eduardo Michelena, decidió llevarse algunos de ellos, para cruzar con sus ovejas Corriedale. Comenzó con algo más de 200 ovejas y relató que al igual que lo que le sucedió con la lana la primera vez que vio a los cuatro carneros que llegaron a su casa, hoy los corderos le inducen a engaño con el peso que estima visualmente.
Con la primera cruza sobre ovejas de más de 30 micras el primer vellón fue de 22,9 micras, aún habiendo usado los machos descartados por su criador. Rodríguez Sotto agregó en cuanto a la finura de la lana, que las borregas Corriedale de la misma generación están en 27 micras y en la segunda esquila superan los treinta.
Aseguró que va a seguir probando, ahora con un número mayor de ovejas, pero además del avance alcanzado en calidad de lana, los corderos también lograron un peso superior a sus semejantes de raza pura.
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