Opinion | 29 Dic Este año aumentaron las muertes en accidentes de tránsito en ruta respecto a 2008. Según datos de la Policía Caminera, a pocos días de terminar el almanaque, en 2009 murieron 196 personas en accidentes de ruta, 26 más que el año pasado. El principal detonante de estos siniestros fue la velocidad a la que circulaban los vehículos.
En una entrevista concedida al programa “No toquen nada”, el jefe de Relaciones Públicas de dicha repartición del Ministerio del Interior, comisario Sergio Olivera, el factor velocidad es determinante de la gravedad de los siniestros.
Si bien en cada accidente suelen conjugarse varios factores, la fuerza del impacto cuando se producen a gran velocidad aumenta el número de víctimas fatales. “Hay mucha imprudencia y mucha negligencia” en los conductores, dijo el jerarca al referirse a maniobras abusivas “que van contra todo sentido común”.
La imprudencia a la hora de manejar, la negligencia, el no respeto de las señales, la ingesta de alcohol y el cansancio, además de la alta velocidad son causas comunes de los accidentes que ocurren en nuestro país.
Por otra parte, los números fríos de la estadística no siempre inducen a la reflexión que debería obrar en nuestra conciencia para no incurrir en este tipo de prácticas de riesgo, que atentan contra la vida propia y la de la familia o amigos que llevamos en nuestro vehículo, así como a terceros.
Por estas fechas son miles las familias que preparan sus viajes con motivo del inicio de las vacaciones y, como ocurre cada año, este verano no será la excepción y habrá varios accidentes de tránsito. No se trata de ser negativo, sino que poco espacio queda para un pronóstico alentador cuando la impericia y la imprudencia andan a más de cien kilómetros por hora en cualquier ruta.
Cada verano debemos lamentar la pérdida de vidas jóvenes, familias destrozadas y secuelas físicas y poco tiene que ver en ello el destino o la mala suerte. Las causas imprevisibles son realmente muy escasas en los siniestros de tránsito, la mayoría de los cuales son por lo tanto, evitables. Vale la pena pensarlo antes de tomar el volante.