Paysandú, Jueves 31 de Diciembre de 2009
Policiales | 29 Dic El cometido de esta sección es reflejar el testimonio de quienes de alguna forma han sido víctimas de la inseguridad. Hemos referido a ciudadanos que fueron objeto de varios hurtos, violencia u otro tipo de delitos, pero en esta ocasión la historia demuestra una vez más que la realidad puede superar a la ficción. A mediados de octubre informamos respecto al hurto de una caja fuerte desde un comercio ubicado en la zona Este de Leandro Gómez. Según el testimonio del propietario, los delincuentes actuaron a plena luz del día, no forzaron ninguna puerta y salieron por la puerta principal, para luego retirarse del lugar en un automóvil con vidrios polarizados. Según sus cálculos, entre dinero en efectivo, relojes y documentos bancarios, los ladrones obtuvieron una cifra cercana a los 13.000 dólares y 120.000 pesos. Sin embargo, a pesar de lo voluminoso del robo, lo realmente impactante fue que ese comercio ya había sufrido al menos 15 ilícitos, perpetrados en su mayoría por inimputables. En una interminable lista de robos de diferente naturaleza, el comerciante recordó cuando le hurtaron gran cantidad de monedas, así como la ocasión en que lo despojaron de una caja de colección con una botella de whisky. También le robaron varios taladros desde la vidriera y en una oportunidad sorprendió al ladrón y lo retuvo hasta que llegó la policía, pero era menor de edad y recuperó rápidamente la libertad.
Fue objeto de una
estafa con cheques
Según relató el damnificado, la ola de ilícitos no se detuvo y desde entonces ya le hurtaron en tres oportunidades: una vez desde su vivienda, otra en un establecimiento rural y la restante desde un depósito ubicado sobre avenida Soriano. Elevó cartas a la Jefatura y al Ministerio del Interior, pero asegura sentirse cada día más desprotegido. “Ya no podemos vivir más”, lamentó.
Hace pocos días le robaron más de 7.000 ladrillos desde un predio ubicado en la zona Este de avenida Soriano. Los delincuentes dañaron el tejido perimetral y trasladaron el material a un terreno ubicado a pocos metros de allí. El damnificado asegura haberle señalado a la policía el lugar donde los ladrillos permanecen “a la vista de todo el mundo” y desde donde están a punto de ser trasladados, pero insiste en que las actuaciones no avanzan porque solo hizo la denuncia telefónicamente.
También es propietario de una pequeña porción de campo, pero tampoco allí está a salvo de la inseguridad, ya que fue víctima de varios robos. Una vez le robaron numerosas herramientas y varios litros de gasoil, tras lo cual él mismo siguió sin éxito la pista de los delincuentes. La última vez los ladrones literalmente desvalijaron la propiedad, llevándose incluso la cerradura de la puerta principal. Con un triste récord en su haber, este comerciante sanducero exige respuestas y se pregunta si vale la pena seguir trabajando. Asegura que cada vez es más difícil encontrar gente dispuesta a cumplir con responsabilidades y rechaza un sistema que -según su punto de vista- protege en demasía a los delincuentes.
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