Paysandú, Viernes 01 de Enero de 2010
Opinion | 30 Dic Paradójicamente, aunque en estas horas en la Cámara de Diputados se estarían considerando modificaciones a la denominada Ley de Descentralización, en realidad esta norma deja sin rozar siquiera los grandes problemas inherentes al centralismo que padece el país desde tiempos inmemoriales, por cuanto se trata básicamente de agregar burocracia administrativa para dar presunta participación a localidades con más de 5.000 habitantes a través de la elección de sus alcaldes.
El centralismo, en cambio, no retrocede por estos ámbitos de “participación”, y así tenemos que en todas las áreas estamos ante decisiones políticas que priorizan la realidad montevideana por sobre todo el país. Una de las áreas en que se manifiesta con mayor énfasis este centralismo es la atención en salud, un problema que se ha mantenido intacto con el actual gobierno, desde que salvo algún “barniz” de cambiar la actitud, se han adoptado decisiones tan centralistas como siempre, al punto que en algún caso se han vetado proyectos para el Interior, como es el caso del centro traumatológico de Young, pese a que se contaba hasta con donaciones del exterior para llevarlo a cabo.
Encima de las diferencias que existen entre Montevideo e Interior, hay un tercer aspecto que refiere al interior profundo, donde las distancias, las carencias en materia de disponibilidad de médicos residentes y dificultades para instrumentar programas de prevención agravan las asimetrías.
El gobierno que asumirá el 1º de marzo tiene ante sí el desafío de llevar a cabo o por lo menos iniciar el proceso de una gran “reforma” para el acceso a los centros de medicina altamente especializada en el Interior, como es el caso de la iniciativa de instalar un IMAE (Instituto de Medicina Altamente Especializada) Cardiovascular en Salto, de carácter regional, para lo que se sigue librando una ardua batalla contra el centralismo montevideano. En plena campaña electoral, con la presencia de autoridades salteñas, de la Sociedad Médico Quirúrgica de Salto y del presidente del directorio de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), Dr. Félix González, se realizó en la Junta Departamental una reunión en la que se acordó en una carta intención la idea de instalar el Centro Cardiovascular en el vecino departamento.
Ello prevé, según propuso el Centro Médico a ASSE, que en unos noventa días se pudiera tener la respuesta concreta sobre la factibilidad del emprendimiento y la presentación del proyecto ante el órgano que será juez en esta instancia, que es el Fondo Nacional de Recursos. Pero pese al tiempo transcurrido, en Montevideo ni siquiera se ha designado una comisión a esos efectos, y todo indica que hasta que no asuman las nuevas autoridades ministeriales, y se tomen su tiempo para instalarse, recién van a comenzar a “enterarse” de lo que hay en carpetas, las que podrían seguir durmiendo meses y años en los cajones de los escritorios, si es que no se hace un reclamo y seguimiento por los directamente interesados.
Debe tenerse presente, en este contexto, que no existe ningún IMAE instalado fuera de Montevideo, por lo que los “uruguayos” de segunda, como los de Artigas, de Paysandú, de Rivera, deben ser trasladados cientos de kilómetros para ser atendidos en estos centros, que sin embargo son solventados por todo el país, por supuesto.
Sistemáticamente, argumentando una y mil excusas, el Ministerio de Salud Pública se ha resistido desde siempre a trasladar o crear en el Interior algún centro de alta tecnología en especialidades críticas, como son precisamente las afecciones cardiovasculares, y en el actual gobierno las cosas no han sido distintas, desde que los mismos intereses de siempre han primado sobre los derechos de los ciudadanos del Interior a recibir la asistencia debida.
Tenemos así que por ejemplo, tras un duro batallar y haberse retomado esta iniciativa por los vecinos salteños hace un tiempo, con el apoyo de autoridades y colegas médicos de los departamentos de la región, se había logrado en principio el visto bueno del anterior titular de ASSE, pero cuando éste renunció y asumió el actual director, debió encararse nuevamente toda la tramitación al haber quedado todo en fojas cero o carecerse de documentación al respecto, y ahora, en este período de transición, todo indica que la historia se repite.
El punto es que no hay voluntad política en las autoridades ministeriales y en los institutos y profesionales de medicina capitalinos para hacer realidad este como otros proyectos de centros de alta tecnología en el Interior, --no debe olvidarse lo ocurrido con el litotriptor del Hospital de Paysandú— y que hay complicidades y omisiones en intendentes, legisladores y autoridades de la salud del Interior, por no ponerse al hombro estas y otras iniciativas, para dedicarse a hacer buena letra ante el gobierno central del que dependen, con la intención de mantenerse en sus cargos y/o acumular “merecimientos” político partidarios, para ser tenidos en cuenta en el futuro.
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