Paysandú, Lunes 04 de Enero de 2010
Opinion | 04 Ene La adversa coyuntura internacional que se generó a partir de mediados de 2008 y que se proyectó durante 2009 afectó fundamentalmente los negocios de exportación, ante mercados que sintieron el impacto de la debacle financiera en el mundo desarrollado, y que naturalmente tuvo efectos en cascada en todo el mundo, incluido nuestro país.
Las repercusiones fueron diversas, pero no hubo país ni sector que no las sufriera en mayor o menor medida, lo que dependió de aspectos estructurales, coyunturales y/o de expectativas que son un alto componente del comercio internacional. Como en todas las crisis, el desespero y depresión de unos es a la vez la generación de oportunidades para otros e impactos en el corto plazo que pueden resultar muy difíciles de revertir si no se cuenta con el respaldo estructural y solidez económico-financiera para hacer frente al temporal.
Pero por encima de coyunturas, los avatares son apenas una circunstancia más en los emprendimientos de mediano y largo plazo, que tienen objetivos trazados en un horizonte distinto, y lo que necesitan son medidas temporales para resistir de la mejor manera posible la adversidad, sin perder de vista las inversiones y el sostenimiento de determinada actividad de subsistencia en los respectivos emprendimientos a la espera de que la rueda comience nuevamente a andar.
Un ejemplo claro en este escenario es el sector forestal, que por supuesto no salió indemne de la crisis y todavía está sufriendo las consecuencias de haberse resentido los mercados. Un informe de la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (Opypa) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, da cuenta que en 2009 se registró una caída en las exportaciones de chips de madera del orden del 53 por ciento, en tanto en el caso de los tableros de madera la reducción alcanzó al 36 por ciento y la madera aserrada se contrajo en un 13.
Igualmente, la planta de Botnia se mantuvo como motor para la extracción de madera de los montes, e hizo las veces de volante del motor del sector forestal, que permitió que se mantuviera la actividad en los montes y un movimiento estacionario, lo que igualmente no obstó para que cayera en unos 800.000 metros cúbicos el volumen de madera extraída de las superficies implantadas en producción.
Estos números pueden decir poco si se analizan aisladamente, pero en los hechos significa que se ha reducido la actividad en las áreas de la madera en que se genera el mayor valor agregado y que emplea mayor cantidad de mano de obra, tanto en forma directa como en la infraestructura de apoyo.
La reducción en horas trabajadas llegó a casi el catorce por ciento en el total, pero hubo áreas en las que el retroceso fue mucho más significativo, como es por ejemplo el caso de las plantas de contrachapado, cuyos mercados cayeron abruptamente y no se ha reanudado la corriente exportadora a destinos como Chile, el principal demandante de esta producción.
Pero por encima del escenario en curso, es evidente que los emprendimientos forestales se enmarcan en apuestas a mediano y largo plazo que requieren una acción sostenida en todo tiempo, y los datos que maneja la Opypa reflejan que la inversión se mantiene en los subsectores que representan la mayor apuesta de estas empresas.
Así, el ritmo de plantaciones se ha mantenido, lo que evidencia la confianza de las empresas en el futuro de la actividad. La proyección de Opypa indica que las superficies plantadas superarán las 55.000 hectáreas , y del área correspondiente al año pasado, el 34 por ciento fueron reforestaciones y el resto nuevas áreas incorporadas al sector.
Pero seguramente el indicador más contundente de las expectativas favorables del sector forestal en nuestro país refiere a los proyectos de nuevos emprendimientos industriales, como es el caso de una nueva planta para la producción de tableros de fibra de densidad media en Tacuarembó y la proyectada construcción de la planta para la producción de celulosa por Stora Enso, entre otras posibilidades. En este contexto, con gran parte de las superficies implantadas en Paysandú y en el Litoral, esta última empresa tiene a esta zona entre las posibles áreas para la localización de la planta, lo que augura un nuevo aporte del sector forestal para la dinamización de esta región y el país, reafirmando la importancia de la inversión de largo plazo como apuesta al futuro.
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