Opinion | 01 Ene La vulnerabilidad ante los atentados terroristas protagonizados por fanáticos religiosos, como es el caso de las organizaciones islámicas que actúan desde hace ya varios años, es manifiesta, y quedó de relieve, por si había alguna duda, con los atentados contra las torres gemelas en setiembre de 2001, que dejaron un saldo de miles de muertos.
A partir de esa fecha hubo un antes y un después, que marcó a fuego sobre todo al mundo occidental, y generó por ejemplo un período de deterioro de la salud financiera de las principales aerolíneas internacionales, del que todavía no han salido, y a la vez generó parámetros muy distintos en cuanto a la inmigración, con decisiones incluso hostiles a las provenientes de los países árabes.
Pero fundamentalmente se han adoptado decisiones tendientes a dotar de mayor seguridad a los aeropuertos, a las instalaciones de organismos internacionales, a las de compañías multinacionales, embajadas, edificios emblemáticos y otros objetivos que están habitualmente en la mira del terrorismo internacional.
Ello implica además la búsqueda constante de nuevas técnicas, de mejorar la tecnología y de dotar de mayores recursos humanos y materiales a los organismos de inteligencia y coordinación, que fue precisamente el talón de Aquiles en los atentados a las torres gemelas.
Recientemente, el fallido atentado del vuelo Amsterdam-Detroit ha recordado al mundo que la amenaza no se ha disipado ni mucho menos, y que es preciso actuar en la prevención en forma constante y vigilante, como en los días que siguieron a los atentados del 11 de setiembre de 2001.
La pauta de que se ha bajado un tanto la guardia lo revela el hecho de que luego de abortarse el intento de hacer estallar un avión estadounidense por el hijo de un banquero árabe, se ha desatado una ola de pedidos de escáners corporales a las firmas especializadas en la seguridad aérea, una tecnología que tiene su costo indudablemente, pero que significa un elemento disuasivo valioso en el marco de una lucha constante y desigual ante los terroristas.