Opinion | 06 Ene El habitual lector de columnas de opinión puede, sin equivocarse demasiado, opinar que el tema del tránsito tiene mucho de “llovido sobre mojado” y que difícilmente algunos párrafos de reflexión contribuyan a promover el cambio cultural necesario para revertir esta preocupante situación. Sin embargo, una evaluación por demás preliminar señala que la predisposición de un elevado porcentaje de los sanduceros hacia la transgresión no disminuye ni se estabiliza, por el contrario, se acentúa conforme pasan los meses y los años. Por tanto, bien vale retomar el tema y contribuir en algo a desentrañar sus causas.
Es verdad que los nacidos en esta pujante ciudad asentada sobre tres colinas no desentonan en demasía con la idiosincrasia que caracteriza a gran parte de los uruguayos. Solemos pensar que los problemas son patrimonio de los demás, que están “en la vereda de enfrente” y que frecuentemente somos “incomprendidos” que caminamos por la faz de la Tierra entre un montón de maleducados, que no saben de normas ni reglas de convivencia. Quizá haya algo de verdad en esto, ya que la violación sistemática de las normas de tránsito en mucho se relaciona a un “darse por vencido” y dejarse arrastrar por la mayoría. Es decir, nuestros valores dictan que debemos actuar correctamente, pero a veces nos vemos avasallados por la conducta de la mayoría. No obstante, quienes aún con esfuerzo logramos movilizarnos por las calles sin agredir el derecho de los demás, debemos ratificar nuestro compromiso con el concepto de que vale la pena aportar ese “granito de arena” para que el caos no se adueñe definitivamente de nuestra vida como sociedad. Hay que seguir educando, ensalzando el valor de cuidar nuestra salud y la de los demás. Convenciendo a las nuevas generaciones de que un país mejor no solo depende de la clase política, las autoridades o cualquiera que represente a “los demás”. Depende de cada uno de nosotros y de las decisiones que, aunque parezcan ridículas, hacen una verdadera contribución para cambiar las cosas.