Paysandú, Jueves 14 de Enero de 2010
Opinion | 10 Ene Los manuales de geografía enseñaban hace tiempo que los climas tropicales húmedos se ubican en las inmediaciones de los trópicos y son aquellos en que suelen ocurrir cortos períodos de lluvia intensa, seguidos de intenso calor, lo que da lugar a exuberante vegetación así como aumenta los porcentajes de determinadas enfermedades, tales como el dengue y la malaria, ambas transmitidas por mosquitos.
Es apresurado y hasta erróneo tomar lo que está ocurriendo este verano en nuestro país para decir que aquí pasa lo mismo. Y sin embargo, pasa casi lo mismo. Si bien para hablar de cambios en el clima se necesitan observaciones durante largos períodos, es evidente que el nuestro se está tropicalizando. Y nos está sometiendo a extremos a los que no estamos acostumbrados.
Ha ocurrido que a las intensas lluvias --que han llegado hasta 80 milímetros en poco más de una hora-- sigue un cambio abrupto por el cual las nubes se disipan y abrasa el sol. Además de mojaduras inesperadas, inundaciones de viviendas por filtraciones o la insuficiencia de los desagües para cumplir su función, el pasto que crece como si le pusiéramos abono, los golpes de calor, granizadas antes inexistentes y otoños calurosos constituyen situaciones que multiplican la posibilidad de propagación del mosquito aedes aegypti, transmisor del dengue.
Hasta el momento, Uruguay y Canadá son los únicos países libres de dengue autóctono. Los de nuestra región, como Argentina y Brasil tienen numerosos casos de dengue y sin embargo hemos logrado mantener la enfermedad a raya. Sin embargo, esto no ha ocurrido por milagro sino por una activa vigilancia y la colaboración de la población en la erradicación de criaderos del mosquito para impedir su propagación. Los veranos secos implican un descanso de ese frente de batalla puesto que las condiciones para la reproducción del insecto no son propicias. Sin embargo, los lluviosos --como el actual-- complican demasiado las cosas. Debemos saberlo para actuar en consecuencia. Calor y lluvia es una combinación peligrosa. No podemos actuar contra la tropicalización del clima pero sí contra el mosquito. Que no se nos olvide y obremos en consecuencia.
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