Paysandú, Jueves 21 de Enero de 2010
Deportes | 18 Ene Si la abuela tiene que dar un consejo para calmar los nervios, seguramente no habrá nada de pastillitas milagrosas. Un buen té de tilo, reposado durante algunos minutos, es la receta infalible para calmar la ansiedad aunque --está claro-- en esta época del año no sería mala idea prepararlo, dejarlo enfriar y sumergirlo en la heladera por algunas horas.
El remedio casero bien puede recetarse para la selección mayor de Paysandú, a la que se nota nerviosa, sin la capacidad de mantener la calma para poder dar lo mejor de sí, que por cierto es mucho.
Como un estudiante en su primer período de exámenes, la selección parece nublarse en su afán de demostrar rápidamente de lo que es capaz, de lo que ha trabajado previamente para salvar con la mejor nota la prueba de turno.
Porque si bien Paysandú ha cosechado dos puntos en otras tantas salidas fuera de casa en este Litoral Norte que recién comienza, está claro que puede y debe dar mucho más.
El sábado, ahora en el Koster, tuvo todo a su favor como para hacerse de su primera victoria. A los 7 minutos ya estaba arriba en el marcador, lo que obligaba a su rival. Dicen que en el fútbol no hay lógica, y la frase se aplicó a la perfección en este partido en Mercedes, donde Paysandú debió controlar el trámite, jugar con la desesperación del rival y aprovechar los espacios que tendría pues a Mercedes no le quedaba otra que jugarse la ropa.
Pero se vivió en el mundo del revés. Paysandú fue perdiendo el control, se desorientó totalmente en la mitad de la cancha perdiendo una y otra vez, y en defensa volvió a mostrarse inseguro, ahora con Di Santo saliendo de su zona para cortar pero sin demasiada fortuna.
Y si Paysandú no tiene la pelota, todo se le hace cuesta arriba. Por eso se sufrió más de la cuenta. Porque Mercedes leyó el partido, valoró el estado de situación y se aprovechó de la desesperación sin motivo de un rival que tenía todo para manejar el trámite y ser protagonista, pues estaba arriba en el marcador y tiene con qué.
La pelota fue del local y Acosta terminó siendo la mejor figura del partido, con atajadas oportunas que dejaron atragantados a los hinchas mercedarios y a su equipo adentro de la cancha. Pero el empate estaba al caer y llegó.
Paysandú, como en Salto, volvió a demostrar que no le sienta nada bien el primer tiempo de un partido, e intentó hacer borrón y cuenta nueva en el complemento pero sin mostrar el cambio radical que sí había implementado en el Dickinson. Es verdad que cambió la cara, pero no como para liquidar el partido a su favor.
Mercedes se soltó, obligó con tres delanteros y quedó jugado con tres defensores, pero Paysandú no supo aprovechar los espacios más allá de que cambió en varias oportunidades ataque por ataque gracias a la variante que imprimió en la mitad de la cancha, y que sus delanteros se perdieron dos o tres ocasiones de gol clarísimas, que podrían haberse traducido en un suspiro de alivio inmenso.
Con esa tónica se fue el partido, la segunda presentación de Paysandú, un equipo con un potencial enorme, al que le hace falta tomar conciencia de lo que tiene entre sus pies, tranquilizarse para pensar con lucidez para poder volcarlo en la cancha.
Y para eso no hay nada mejor que la receta de la abuela: un tecito de tilo. STB
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