Locales | 22 Ene Por más insólito que parezca, existen ciertos productores rurales que valiéndose de viejas tecnologías encaran sus tareas en la chacra con herramientas que lejos están de parecerse a los modernos equipos de última generación utilizados por los más exigentes. Este es el caso de don Héctor María Collazzo, quien valiéndose de herramientas que funcionan a tracción a sangre, encara cada jornada con esmero y dedicación. Precisamente este paisano – de la zona de colonia Porvenir – tiene un pequeño emprendimiento familiar en una chacra ubicada en calle P y a unos mil quinientos metros al norte de la radial que conecta pueblo Porvenir con la ruta nacional 3.
Cuando llegamos al lugar, la noche dibujaba las primeras sombras y las cigarras saturaban la acústica con improvisadas serenatas.
Un pequeño tambo, quinta, plantaciones de trigo, avena, maíz, cebolla y algo de forraje para el ganado, forman parte de lo que Collazzo junto a su esposa, un par de hijos y una nuera generan en su establecimiento.
Don Héctor acaba de cumplir – el pasado 16 de enero – sus 74 años de edad. Está casado con Olga Santomauro (73) y en la chacra lo ayudan dos de sus tres hijos, Wilson y Mario, y su nuera Sandra Wolf. Su hija Sonia no vive con ellos.
Dentro de las herramientas que utiliza sobresale una cortadora de pasto, la que es movilizada por dos caballos. Funciona con un engranaje que al marchar hace girar la cuchilla produciendo el corte. Según don Héctor “no conoce a nadie que tenga una cortadora de pasto tirada por caballos” y que si bien no sabe a ciencia cierta desde cuanto tiempo hace que la tiene, asegura que tiene muchos años.
Lo mismo ocurre con un rastrillo que es tirado por un caballo, del cual se vale para limpiar la maleza, una vez que pasó la cortadora.
Como todo en la chacra es prácticamente manual, Wilson nos cuenta que el armado de las parvas, es decir los fardos que comúnmente vemos en los campos, también se hacen con rastrillos de mano.
“Se arma una base en el piso y se levanta poco a poco hasta llegar a cierta altura”. Recorrer parte de la chacra nos permitió conocer el entorno, mientras un par de perros jamás se separaron de nuestros movimientos, un par de carros descansan en el galpón completando la escenografía del lugar.