Opinion | 26 Ene Tras cuatro años sin soluciones al congestionamiento del puente General Artigas desde el piquete que mantiene cerrado el de Fray Bentos, finalmente fue fijada para hoy una reunión de las más altas autoridades relacionadas al paso de fronteras, la que es considerada crucial para encarar una problemática que tiene sus manifestaciones críticas durante la temporada turística, nada menos.
Hoy se darán cita en Paysandú jerarcas de la Dirección Nacional de Migración, del Ministerio de Turismo, Comisión Administradora del Río Uruguay, Paso de Frontera y Gendarmería, así como funcionarios de estas dependencias de las oficinas de Salto y Río Negro, con el propósito de identificar claramente dónde radican los inconvenientes para que el cruce sea más fluido.
A esta altura ya se han dejado pasar cuatro años para llegar a este estado de cosas sin que se hiciera algo significativo. El punto es que se subestimó el hecho de que el puente debe atender de cinco a diez veces más tránsito turístico y de cargas que lo previsto en la infraestructura de la que se le dotó, y no puede extrañar por lo tanto que a un enfermo con insuficiencia crónica se le agreguen las crisis agudas de fechas clave, como las de recambios turísticos, que han traído aparejadas colas de varios kilómetros y hasta diez horas de espera para los viajeros, en lo que aparece como una tarjeta de presentación poco recomendable para un país que apuesta al turismo como creador de fuentes de empleo, generación de divisas e inversión.
De acuerdo a lo manifestado a EL TELEGRAFO por el director interino de Migración, Jorge Scelza, en el encuentro de hoy se tiene la expectativa de encontrar respuestas que permitan reducir sensiblemente los problemas al 30 de enero, cuando se dé el segundo gran recambio de turistas de la temporada y cuando se necesita dar la mayor fluidez posible al cruce.
Según el funcionario, el talón de Aquiles en esta problemática es la falta de funcionarios en esta dependencia en todo el país, por cuanto en Paysandú se ha reforzado la dotación a costa de convocar a personal de otras zonas, pero la insuficiencia es tal que igualmente aunque reabra el puente de Fray Bentos-Puerto Unzué y se reduzca sustancialmente el paso por Paysandú, igualmente faltarían más.
El jerarca ha transmitido una postura muy optimista al señalar que es posible adoptar medidas en lo inmediato que podrían solucionar antes fin de mes gran parte de los inconvenientes que torturan a los usuarios del tendido binacional. Quizás tenga razón, pero entendemos que son muchas las cosas que habría que cambiar y muy corto el plazo para hacerlo, a menos que una vez más se actúe ante la emergencia sin analizar ni atacar el conjunto de los problemas que afectan al tránsito internacional, con efectos negativos sobre una amplia zona de Paysandú.
Por ejemplo, los camiones de carga jamás debieron estacionarse sobre Avenida de las Américas y calles aledañas mientras esperan por días enteros por trámites interminables, sin un mínimo de infraestructura. A esta altura ya se debió haber dispuesto un lugar más adecuado, con servicios mínimos para los choferes y vigilancia para que estos puedan dejar el acoplado o la zorra sin temor a los robos y permitirse un rato de esparcimiento. Lo que se precisa es tan solo un terreno nivelado --ya hay uno destinado con ese fin-- con un suelo firme que podría ser de tosca apisonada o con una mano de bitumen, que bien podría aportar la Intendencia, baños bien puestos y poco más. Asimismo el INAU y la Policía deberían marcar mayor presencia en la zona, por cuanto se ha transformado en vía roja a ciertas horas de la noche y los niños han encontrado allí un peligroso espacio para mendigar, lo que ya provocó un serio accidente en el cual un menor fue arrollado por el auto de un turista. Y por supuesto, ya tendrían que haber dotado al Puente del personal e infraestructura necesaria, para lo que contaron con cuatro años para capacitar a quien sea.
Pero lo peor que podría pasar es que también en la reunión de hoy se siga “pateando la pelota para adelante”, como se ha hecho durante todo este tiempo, porque el problema ocurre a 400 kilómetros de Montevideo y no en las barbas del gobierno central.