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Paysandú, Lunes 01 de Febrero de 2010

Cuatro yates argentinos en el Yacht Club Paysandú

Locales | 26 Ene Al cruzar por las inmediaciones de los muelles del Yacht Club, inmediatamente se divisa a cuatro yates que por décimo año consecutivo llegan a nuestra ciudad.
Son cuatro los amigos que realizan esta travesía todos los años junto a su familia y que integran la Federación Náutica Deportiva de Argentina.
José Macario a bordo de “Simpatía”, Aldo Illarramendi, al mando de “Lola”, Natalio Menta en “Facundo” y nuestro anfitrión Mario Verschoor al mando de “Lovers” son cuatro amigos que desde el año 2001 llegan hasta nuestra ciudad y no tienen planes ni intenciones de dejar de hacerlo.
Coinciden en que la tranquilidad encontrada en Paysandú y la simpatía de su gente no se encuentra en ningún otro lado. Mario cuenta que “somos siempre los mismos que venimos pero este año trajimos a un amigo en el ‘Lola’, para que conozca Paysandú, pero....¿y las playitas? Les pasamos hablando de las playas sanduceras y no hemos podido ver nada de arena. Es la primera vez que nos pasa de no poder ver las playitas, pero igual disfrutamos, descansamos, paseamos y aprovechamos todo lo que se puede”. “Tomamos como referencia para saber la altura del río, la escalera de acceso al muelle y vemos que a la noche hay un escalón más pero a la mañana ese mismo escalón está bajo agua nuevamente. Pero le vemos el lado positivo: al estar el agua tan alta, estamos arriba y a la noche la brisa es hermosa; incluso estas noches hemos sentido frío. Cuando las aguas están normales, el barco está más abajo y la brisa nocturna en el atracadero no se siente tanto”.
Encantados con Paysandú
Una vez que conocieron esta ciudad, no dudaron en volver. “A nosotros nos encanta navegar. El río Uruguay es muy lindo, a excepción de una zona de Fray Bentos que es demasiado ancho, pero pasando esa zona es hermoso; aparte siempre es navegable, cosa que no sucede con el río Negro. El río Uruguay por más bajo que esté siempre tiene zonas de buena navegabilidad y está muy bien señalado y las cartas marítimas muy actualizadas, por lo que podemos navegar muy seguros y tranquilos, más allá que ya conocemos la zona” explica el navegante.
Mario no deja de elogiar la ciudad. “Te atienden muy bien, son muy amables y realmente nos distendemos. Estamos todo el año trabajando y sabemos que llegar a Paysandú es estar en un pequeño paraíso. Tenemos los servicios cerca y aunque nos cuesta nos adaptamos al horario uruguayo, pero la gente es excepcional: uno de los yates tuvo un problema de electricidad y vinieron los técnicos y solucionaron todo rápido y muy bien. La simpatía y educación de los sanduceros nos encanta, lo mismo que los chicos del lavadero que son macanudos, como dicen ustedes”, afirma.
Sorpresas
Sin dejar de halagar el trato en la ciudad, se vieron sorprendidos con algunos “detalles”. Alex, el hijo de Mario, es el tripulante más joven de la delegación y trajo su moto. Cerca de la costanera se encontró con uno de los controles establecidos por los inspectores de tránsito, solicitándole el uso obligatorio del casco, algo que llamó la atención del visitante, ya que en tantos años de paseo nunca se lo habían pedido. Una vez aclarada la situación, y demostrando su condición de turista, se compró un casco para transitar con tranquilidad. “No nos sorprende que exijan el casco porque es algo lógico, pero eso es algo nuevo que nos encontramos, junto con la visita de los funcionarios de Migraciones. Usualmente llegamos a Prefectura, hacemos los papeles y pronto, pero este año cambió todo y también tuvimos que hacer los papeles en Migraciones. Nos notificaron y fuimos hasta la oficina pensando que nos íbamos a encontrar con 50 personas antes pero… eramos los únicos” y no puede evitar sonreír.
Los precios también llamaron la atención. “Para nosotros los argentinos, este cambio de moneda no nos favorece. Es cierto que está más caro, pero no nos quejamos, porque si no pudiéramos hacerle frente directamente no venimos. Estar acá vale cualquier precio”, dijo. Y por último un tironcito de orejas por la hora de cierre de los comercios: “demasiado temprano para nuestro gusto”.
La rutina
Si bien se tiene una rutina diaria, ésta varía todos los días. “A la mañana desayuno y salimos a navegar, damos una vuelta por la isla y anclamos casi sobre los árboles -indica mientras emite una estruendosa risotada- porque no vemos arena por ningún lado. Bajamos, caminamos y está playito, ponemos las reposeras y los pies en el agua, pero no podemos ver arena. Luego almorzamos en alguno de los restaurantes cercanos, la sagrada siesta, y zarpamos nuevamente. Recorrida por la ciudad para hacer las compras, cena y a dormir; esa es nuestra rutina pero a su vez varía todos los días. El único objetivo constante que tenemos es poder ver arena al día siguiente” bromea.
Se sienten seguros
Otro de los aspectos a favor que encuentran, es la seguridad. “No en todos los muelles podemos salir y dejar las cosas afuera. Acá la seguridad privada del club es muy buena y la gente al darse cuenta que somos turistas nos tratan muy bien, pero aunque no se den cuenta, el trato no cambia. En estos 10 años, nunca hemos tenido ningún problema, y este es otro de los puntos que destacamos cuando llegamos a Buenos Aires”.
Están informados sobre la gran inundación que sufrió gran parte de la ciudad y no se imaginan todo ese espacio bajo agua. “Recorremos en los vehículos las zonas y nos damos cuenta, porque todavía es notoria la marca del agua en las casas, pero es increíble” acota.
Comodidades
Los yates son “pequeños apartamentos” como ellos los definen. “Acá tenemos todo lo básico como para pasar bien y cómodos. Mantenemos el orden, porque si bien en su integridad el yate es grande, los espacios son normales para este tipo de embarcaciones, pero tampoco es una cosa que pasemos ordenando todo el día, estamos descansando y esta son nuestras vacaciones anuales”.
Cuando terminábamos la entrevista llegaba el “Lola” junto con Aldo y Alex y el precio de la entrevista era ayudar en el amarre del yate. El espacio era justo y para evitar el choque Alex separó tanto los yates (usando sus brazos) que se ganó un ines perado chapuzón. “No te preocupes que siempre se baja así”, comentó su padre ante la risa de los presentes que terminaban su siesta.
Estarán hasta fin de mes en nuestra ciudad, y si bien no concurren a lugares muy atestados, prometieron su asistencia a la elección de la reina de la Fiesta de la Prensa.


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