Paysandú, Viernes 05 de Febrero de 2010
Locales | 31 Ene (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). Mañana presidente Barack Obama anunciará la privatización de la Luna, Marte y otros planetas y satélites. Bueno, no tan específicamente, pero si intentara interesar al sector privado en los viajes espaciales comerciales, de acuerdo a las informaciones que se han filtrado antes del esperado discurso presidencial, que ciertamente no tendrá el poder removedor de aquel brindado en 1961 por el entonces presidente John Fitzgerald Kennedy -”Elegimos ir a la Luna, elegimos ir a la Luna en esta década; no porque sea fácil sino porque es dificil, porque esa meta servirá para organizar y medir nuestras energías y habilidades”- pero que se adapta claramente a la dificil situación económica y financiera por la que atraviesa la conocida como la nación más poderosa de la Tierra.
Se da por seguro que anunciara que el hombre no volverá a la Luna, al menos por unos cuantos años más y que está dispuesto a aumentar el presupuesto de la NASA en 5.900 millones de dólares durante los próximos cinco años (actualmente en 18.700 millones de dólares por período presidencial) para misiones de ampliación de la Estación Espacial Internacional.
El anterior presidente, George W. Bush, había aprobado un plan que preveía el regreso del hombre a la Luna antes de 2020, pero al parecer Obama es de la idea de interesar a la industria privada en la exploración espacial, hasta ahora mayormente en manos gubernamentales, más allá que se han realizado a lo largo de todos estos años innumerables experimentos en el espacio, financiados por privados.
La NASA se enfrenta a decisiones clave si Obama anuncia lo que se espera mañana, desde que es un hecho que el actual plan de transbordadores espaciales será abandonado a fin de año. Debía ser sustituido por el programa Constellation, el que ahora dependerá del interés privado para continuar. Encuestas señalan que el pueblo estadounidense estaría muy de acuerdo con estos anuncios presidenciales, desde que la investigación espacial no se considera una prioridad en momentos en que continúa creciendo el desempleo y la clase media, que tenía en Estados Unidos su mayor reducto, peligra desaparecer.
De todas formas, Obama no descarta inversiones en alta tecnología, aunque en ámbitos bastante más terrenales. Así anunció recientemente su decisión de apoyar la instalación de una red de trenes de alta velocidad (de hasta 350 kilómetros por hora), destinando 8.000 millones de dólares, esperando no solamente incentivar la economía con un sistema de transporte público que podría competir con las aerolíneas de corta y media distancia, sino especialmente incentivar directamente la creación de empleos.
Obama ha dado en estos días su primera visión del estado de la Unión, que si bien tuvo su decidido optimismo, no pudo ocultar los problemas que se enfrentan en esta nación acostumbrada a mirar la pobreza, la carestía y las dificultades económicas como rarezas de subdesarrollados.
Hoy, todos esos problemas están aquí, aunque nadie espera que se queden. Los estadounidenses siguen confiando en la fuerza de su nación, siguen convencidos de su poderío mundial y siguen pensando que juegan un papel fundamental en la liberación global. Siguen, en definitiva, orgullosos de su patria, algo que ciertamente es digno de sana envidia. En tanto, la cuenta regresiva continúa sin contratiempos. Alrededor de 200 días y contando. Aunque esa, esa es otra historia.
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