Paysandú, Lunes 08 de Febrero de 2010
Opinion | 06 Feb La sucesión de períodos de fuertes lluvias y las consecuentes inundaciones y anegamientos de calles y viviendas en varios barrios de la ciudad ponen de relieve que estamos en un período crítico, en el que está poniendo a prueba la red de pluviales y canalizaciones de la planta urbana, sobre todo, aunque no le van en zaga los problemas generados en la ya castigada caminería rural.
Los inconvenientes, algunos de ellos graves, registrados sobre todo en los últimos días, ponen de relieve que coexisten diversidad de situaciones, muchas de ellas arrastrándose desde hace muchos años, en algunos casos por imprevisión manifiesta y en otros como consecuencia del crecimiento de la ciudad sin que a la vez se haya acompañado esa evolución con la consecuente extensión de servicios.
Tenemos por ejemplo calles que han sido levantadas para mejorar su pavimentación y la construcción de cordón cuneta, lo que ha dejado a la vez a las viviendas erigidas al nivel anterior, por debajo de la nueva altura de la arteria y consecuentemente fácilmente anegables por las aguas de lluvia.
Estas obras a la vez no siempre han sido acompañadas por una correcta canalización para los pluviales, que en estos casos resulta crítica por los nuevos desniveles, en tanto es notorio que lo que no se hace en el primer momento, en forma simultánea a las obras de vialidad, luego por regla general demora mucho tiempo en concretarse –en el mejor de los casos-- tras estudios previos y recurrentes planteos de los vecinos afectados.
En esta diversidad de situaciones y responsabilidades es evidente que el común denominador es acordarse de Santa Bárbara cuando truena, porque se disponen medidas de urgencia para atender problemas críticos, pero ello no implica una solución definitiva ni mucho menos y las prioridades se van diluyendo una vez superada la emergencia, por lo que en estos casos evidentemente hay de por medio una acción municipal que no ha estado a la altura de las circunstancias.
No puede obviarse que asimismo influye la actitud de vecinos que arrojan desperdicios a las cunetas y tapan pluviales, terrenos que son levantados con acumulación de materiales que obstaculizan zanjas y que sin embargo son dejados impunemente durante meses y años, y por otro lado también tenemos a personas que se instalan en asentamientos irregulares y que provocan el problema apuntando a que luego las soluciones les vengan de arriba.
Estos pocos elementos en una “multicausalidad” muy amplia dan la pauta de que estamos ante una problemática que requiere también respuestas diversas y por lo tanto en un marco de coordinación en el que deben asumir el liderazgo las autoridades municipales, sin más tardanza.
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