Opinion | 09 Feb La pasión con que suele escucharse discutir los resultados de un clásico, la convocatoria que suele generar la Vuelta Ciclista del Uruguay o la Ruta de las Américas, no solo en la calle sino también en trasmisiones radiales y televisivas, así como la masiva concurrencia a espectáculos vinculados al deporte parecerían situarnos en un país donde la práctica del mismo está firmemente arraigada. Sin embargo no es así.
Una encuesta sobre el grado de interés en el deporte, los más practicados por la población y la frecuencia con que los uruguayos desarrollamos una actividad deportiva demostraron que mientras el 51% manifiesta tener “interés”, la práctica habitual de actividades deportivas con una periodicidad no mayor a una semana, no supera el 21%.
No hay dudas que, por nuestra propia salud los uruguayos necesitamos hacer más deporte que ir a un estadio o ver el clásico por la televisión.
En este sentido, cabe pensar en la revalorización de las prácticas deportivas como hechos sociales, culturales y comunitarios más que económicos y comerciales, así como la necesidad de una política estatal de largo alcance.
Además de transmitir una cultura del esfuerzo muy valiosa para la superación personal, valorizar el trabajo en grupo y la cooperación, el deporte puede ser una herramienta poderosa para enfrentar la marginación y la discriminación, alentar la inserción de los jóvenes en el sistema educativo, estimular la adopción de modelos de vida saludables y favorecer el desarrollo comunitario.
Hacia esos objetivos se han encaminado programas como “Nocaut a las drogas” y la intención de universalización de la educación física en las escuelas. Sin embargo, hace falta todavía más para ingresar en otras fajas de edad de la población, de manera tal que incorpore la práctica de algún deporte o actividad física en su rutina diaria como forma de mejorar su salud.
En un país donde el sedentarismo es importante es bueno que existan iniciativas como la que desarrolla la Intendencia desde hace muchos años en el Estadio Cerrado, dirigido fundamentalmente a personas mayores. A la vez, son cada día más las personas que salen a caminar o andar en bicicleta. Quien pase por ruta 90 en las proximidades de Paysandú cualquier mañana o tardecita, puede comprobarlo. Para ofrecerles a estas personas la posibilidad de hacer ejercicio con mayor seguridad ¿no será hora de desempolvar algún proyecto de ciclovías o el establecimiento de sendas peatonales adecuadas sin exponerse al tránsito de una ruta?