Opinion | 07 Feb En declaraciones realizadas recientemente por el principal del Centro Coordinador de Emergencias Departamentales de Paysandú, Ricardo Mello a Telerrotativo de Canal 3, al evaluar la incidencia de la creciente del río Uruguay en Paysandú, manifestó que nuestra ciudad “no está preparada para los efectos del cambio climático”, por lo que existe una importante infraestructura edilicia en zonas que son inundables. Se refirió entonces al Balneario Municipal, el Anfiteatro y el Yacht Club, que en cualquier creciente de más de 6 metros quedan bajo agua, porque cuando fueron creados no era común que el río superara ese nivel, como “ocurre ahora” debido al cambio climático.
Sin ánimo de polemizar con respecto a los efectos del clima actual en las oscilaciones del paterno, creemos sí que hasta ahora no se ha producido nada fuera de lo esperable considerando los registros históricos de las aguas, e incluso es posible que --si miramos los hechos desde una perspectiva más amplia-- quizás lo más inusual en los últimos años fue la pronunciada bajante de varios meses de duración que se registró entre fines de 2008 y mediados de 2009.
Por lo demás, tanto la frecuencia de las crecientes como la altura máxima alcanzada no parecen escapar de los datos históricos, algunos de los cuales están plasmados en plaquetas adheridas a la pared del edificio de la Aduana en el puerto. Sin ir más lejos, hace 50 años –mucho antes de que se hablara del “cambio climático”--, se registró la creciente histórica que superó ampliamente el pico de fines de 2009, cuando apenas 18 años antes se había producido otra que alcanzó niveles similares a los máximos recientes. Por otra parte, siempre se consideró normal que cada 10 años más o menos el río supere los 7 u 8 metros.
Pero volviendo a los dichos de Mello, ciertamente hay mucha infraestructura por debajo de la cota de seguridad, creada hace años, más allá que el impacto de una creciente de gran magnitud en la actualidad es infinitamente menor que lo que era hace décadas.
De ser ciertas las apreciaciones del funcionario, lo que habría que hacer es de ahora en más considerar los pormenores de los efectos de estos fenómenos antes de fomentar algún desarrollo en la zona costera. Sin embargo, actualmente se están destinando millones de dólares a reactivar el puerto histórico de Paysandú --que con 7 metros queda bajo agua--, mientras se deja para alguna otra oportunidad uno nuevo en Casa Blanca, que no solo no se inundaría sino que no precisaría del dragado del río para operar. Ciertamente los dos serían un complemento ideal para el desarrollo local, pero convendría darle un mayor impulso a este último para que en una próxima creciente importante no suceda lo mismo que en el ‛59.