Paysandú, Domingo 14 de Febrero de 2010
Opinion | 13 Feb Uno de los grandes desafíos para el país, y que trasciende un período de gobierno, es sin dudas la educación y la capacitación, apuntando a poner el conocimiento al alcance de las nuevas generaciones como instrumento de apoyo al desarrollo y la mejora de la calidad de vida de la población.
Se trata ni más ni menos que del valor agregado, que es un aspecto fundamental para la dinámica de las pequeñas economías, como es el caso de la uruguaya, que necesita incorporar un valor diferencial que lo ponga por encima de su carácter de exportador de “commodities” y a la vez captar inversiones de empresas que tienen la tecnología pero que necesitan técnicos y mano de obra capacitada como condición indispensable para instalarse y eventualmente reinvertir.
Este aspecto es fundamental en los denominados países “emergentes”, desde que a sus ventajas naturales para la producción y disponibilidad de recursos naturales deben agregar el capital humano indispensable para potenciar atractivos y recibir la inversión que sea catalizadora del desarrollo.
Para ello es indispensable encarar de una vez por todas una reforma de la educación en todos sus niveles, que no es contemplada para nada en la nueva Ley de Educación aprobada en este período, que solo se ocupa de distribuir el poder en el gobierno de la enseñanza.
Se hace imprescindible contar con una enseñanza técnica y universitaria a tono con los tiempos, es decir sin la omnipresencia y exclusividad del Estado en áreas en las que es posible y más aún, necesario, contar con el aporte privado, incluyendo la participación de las propias empresas para invertir en la formación del capital humano que requieren.
Entre los países emergentes que están avanzando decididamente en esta línea encontramos a la India, que se ha encaminado por la senda del desarrollo, ha multiplicado en los últimos años su Producto Bruto Interno y ha incorporado infraestructura y mejorado la calidad de vida de su población.
Salvando las distancias en tamaño y otros factores condicionantes respecto a nuestro país, la India es un buen referente sobre lo que es posible hacer cuando hay un objetivo claro y se traza como política de Estado, que es la única forma en que se pueden obtener resultados positivos a mediano y largo plazo.
Esta empresa se hace imposible si no se apoya en pilares básicos como un buen nivel de educación superior, fuentes de capital de riesgo y ciudadanos que cuenten con estímulos para ser emprendedores, antes que buscar la comodidad y seguridad de un empleo público. Se requiere además contar con una educación terciaria que fomente la conjunción del conocimiento teórico con su aplicación práctica, en tanto en el tejido socioeconómico debe contarse con instrumentos que promuevan la creación de fondos de riesgo, públicos y privados, que generan las condiciones para el desarrollo de emprendimientos de pequeño volumen en principio, pero con buenas perspectivas de consolidación y desarrollo.
Es impensable que el sector privado pueda incursionar por sí solo en estos riesgos si a la vez no se cuenta con instrumentos como mayores incentivos fiscales para las inversiones en inteligencia y desarrollo, y una legislación más eficiente para proteger la propiedad intelectual y estimular al máximo las potencialidades de los profesionales que se vuelquen a este tipo de emprendimientos.
En todos los casos, además de los instrumentos, es preciso estimular el espíritu emprendedor de los uruguayos, el desterrar la idea generalizada del “puestito” público de por vida y promover el riesgo como elemento diferenciador para generar riqueza, puestos de trabajo genuino y estímulo del espíritu de superación, antes que hacer un culto de la mediocridad y la pobreza.
En este sentido, es imperioso revertir el proceso de deterioro de la calidad de la enseñanza y sobre todo el desfasaje entre la oferta educativa y las necesidades de formación y capacitación de nuestros jóvenes, ante el marcado énfasis en las carencias que al respecto presenta la Universidad y la necesidad de dotar de recursos e instrumentos a la escuela técnica para suplir este déficit.
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