Paysandú, Miércoles 17 de Febrero de 2010
Locales | 16 Feb Una nota informativa de “El País” metropolitano del 11 del corriente, procedente de Santiago de Chile, sobre controversias allí suscitadas con relación a cuál debe ser el perfil de quienes son llamados a ejercer los cargos de “ministros de Estado”, ha sugerido analizar sucintamente, por su indudable interés, cuestión tan importante.
Se expresa en dicha nota, en lo sustancial, que el presidente recientemente electo, que ha de comenzar su mandato el 11 de marzo próximo, nombró un gabinete en el cual “abundan los técnicos y faltan los políticos, lo que podría implicar un nuevo desafío: la falta de experiencia en negociación”. Tal situación, se afirma, “hizo que el actual partido de gobierno se mostrara disgustado con alguna de las 22 nominaciones”.
Quienes, conjuntamente con Sebastián Piñera, actual presidente electo, asumirán las responsabilidades de gobierno como consecuencia del importante cambio resultante de la reciente elección nacional, son profesionales con posgrados y doctorados, algunos con experiencia como gerentes generales, y también empresarios (que no tendrán actividad como tales durante el próximo gobierno). Se considera que desde el punto de vista académico el nuevo equipo gubernamental será el mejor en décadas, pero se considera que no será así en el plano político. Varios de los nuevos ministros son independientes, otros militan en los dos partidos que llevaron a Piñera a triunfar en la pugna por el cargo de presidente, y también hay uno que es ex - ministro del actual gobierno. A estar a dicha publicación hasta se ha llegado a afirmar que el equipo que acompañará a Piñera “sería un gran equipo para dirigir una empresa”.
La cuestión que emerge de la información que en forma muy sintética se glosa es tema que, desde hace ya mucho tiempo, es objeto de profundo análisis por quienes son especialistas en la materia constitucional, y también en la administrativa.
Por lo que quien escribe recuerda, aunque el acceso que ha tenido al respectivo material de estudio fue hace ya mucho tiempo, el criterio que técnicamente prevalece es el que se inclina por considerar que, dado que la tarea de ejercer las responsabilidades ministeriales, y en general de gobierno es, en el cabal y alto sentido de tales conceptos, sustancialmente de índole política, quienes deben ejercer tales cargos es deseable que sean personas con experiencia en la actividad política. Consecuentemente, en principio, quienes son fundamentalmente técnicos en determinadas materias que necesariamente han de estar presentes en la labor a cargo de los ministerios, en sus diferentes sectores, deben ejercer los cargos técnicos que sean requeridos, pero no aquellos de naturaleza política, pues ello no asegura el mejor desempeño. Ello es así porque el cargo político es el que debe dirigir en lo general el funcionamiento de los servicios, pues es una de las principales funciones que deben hacer quienes están políticamente a su frente. El técnico llamado a dirigir un cargo político como, verbigracia, el de ministro, no asegura necesariamente aunque su solvencia técnica sea grande el mejor desempeño de tal dirección.
Lo dicho es sin perjuicio de que existan técnicos que por sus antecedentes funcionales, administrativos o políticos, estén en muy buenas condiciones para desempeñarse con eficiencia en cargos ministeriales, pero no es lo que necesariamente prevalece.
También es normal que existan personas que, aun cuando no hayan ejercido funciones en la administración pública, sino cargos de dirección en emprendimientos privados, como consecuencia de su experiencia en el mando en empresas con amplio volumen de actividad y de personal a ella afectado, aun cuando no hayan desempeñado cargos ministeriales, tengan aptitud para su buen desempeño en ellos.
Pero, se reitera, el criterio que prevalece es que salvo en casos de excepción, lo preferible es que las funciones ministeriales sean desempeñadas por quienes, por su experiencia política y administrativa, y obviamente por sus cualidades personales de buena formación, sean personas por encima de todo conocedoras de la actividad política entendida en el más alto sentido del concepto.
Es que un político bien formado, que además esté dotado de principios éticos claros y firmes, por los motivos que se trata de explicar, permite descontar que ha de aplicar en la dirección de los servicios administrativos a su cargo directivas y organización adecuadas, comprendida la buena selección de quienes han de asesorarlo en aquellas cuestiones que, por su especialización técnica, lo requieran necesariamente. Finalmente, y conforme con lo que hace muy poco tiempo fue aquí expresado, en circunstancias en que tanto se habla de la reforma del Estado es indispensable, antes de cualquiera otra medida, analizar la forma adecuada de organizar la tramitación administrativa para asegurar que sus tan necesarios servicios sean fundamentalmente eficaces y rápidos. Los conceptos expuestos no importan compartir las reservas que en Chile se han hecho a la selección de colaboradores efectuada por el presidente electo, pues obviamente no se dispone de información apta para emitir opinión al respecto.
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