Paysandú, Jueves 18 de Febrero de 2010
Locales | 14 Feb En los primeros días del mes de febrero de 1997, la portada del diario “El País” de Montevideo decía: “La muerte de Pivel priva a Uruguay de una figura notable”. ¿Qué es un notable? Según el diccionario de la Real Academia Española: “personas principales en una localidad o en una colectividad”.
Se refería al fallecimiento el 11 de febrero de ese año en la ciudad de Montevideo, víctima de un derrame cerebral, de un hombre multifacético: el historiador, político, hombre de letras, profesor Juan Ernesto Pivel Devoto, que había nacido en Paysandú el 22 de marzo de 1910.
“Juan Pivel Devoto fue una figura clave y polémica del Uruguay de este siglo. Tuvo incidencia en la vida pública como ministro, dirigente político y presidente del Codicen, pero su mayor legado residió en su pasión de historiador”, según palabras del historiador y politólogo Gerardo Caetano.
Pivel Devoto pertenece a una numerosa familia sanducera, de clase media uruguaya --de aquellos tiempos, ya que Paysandú por ese entonces vivía la época histórica del Uruguay que denominamos “del modelo batllista”-- residente en la zona del puerto sanducero, cerca de la Capilla San Ramón.
“Me atrajo cada vez más la belleza del río Uruguay, el torrente caudaloso que se formaba junto al cordón de la vereda con las lluvias fuertes (a él nos arrojábamos dejándonos llevar por la corriente hasta que nos aproximábamos al río: nos deteníamos entonces, abrazándonos del tronco de los plátanos que existían junto al cordón de la vereda. En la panadería de Sclavi nos daban unas bolsas de arpillera con las que nos secábamos y hacíamos nuestras capuchas. Mi padre me regaló un petizo. Me lo cuidaban en el cuartel. Un soldado de oscuras y lustrosas mejillas me lo traía a casa. Yo me iba a pasear a un bosque cercano de los suizos aficionados al tiro. Me parece sentir aún el perfume de los aromos”. (1)
Fue el quinto hijo del matrimonio integrado por Juan Pivel, hijo de vascos franceses y de Laura Devoto, hija de italianos, que se habían casado en 1903.
Su padre fue Director Técnico y Gerente de la Usina Eléctrica de Paysandú “que consideraba un mago cuando lo veía poner en funcionamiento el generador eléctrico de la Usina”, según propias palabras de “Don Juan”, que además se autodefine al expresar “fui un niño sano, inquieto, travieso, arrojado, precoz, soñador, tierno y tozudo a la vez”. Estudió en Colegios Salesianos, en Paysandú y en Montevideo, cuando en 1919 se traslada junto a su familia.
Aquí en Paysandú comienza a escribir por primera vez cuando apenas tenía 8 años de edad. Fue en un periódico, “El Uruguay”, que realizaba con compañeros de clase.
En 1923 ingresa a Educación Secundaria, asistiendo al hoy Instituto “Alfredo Vázquez Acevedo”, donde elegía los profesores que le gustaban y daba las materias libres, pasando más tiempo en la biblioteca que en las clases regulares. Fue estudiante de la Facultad de Derecho, cursos a los asistía en forma irregular, en calidad de oyente. Pero en 1926 cuando su madre le regaló de Francisco Bauzá “Historia de la dominación española en el Uruguay”, donde este historiador realiza la crítica de las fuentes clásicas, el profesor Pivel Devoto trazó un plan orgánico en sus lecturas de fuentes documentales primarias, con una bibliografía variada y un estudio rigurosamente disciplinado, introduciéndose directamente en su vocación: los estudios históricos.
Se vincula a la Docencia dictando cursos en el Instituto Magisterial “Gabriela Mistral”, el Liceo Francés, la Escuela Militar, en la Escuela República Argentina, en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo y en el Instituto de Profesores “Artigas” (IPA), entre otros lugares.
Ingresa como Funcionario público en 1928, en el Ministerio de Relaciones Exteriores. También en el Instituto Histórico y en el Archivo General de la Nación y en el Museo Histórico, así como en el Estado Mayor del Ejército, en todos ellos en los archivos respectivos.
Fue Director del Museo Histórico Nacional entre 1940 y 1982, en que lleva a la práctica una política cultural que asumió como un compromiso con la identidad nacional, apuntando al acrecentamiento del patrimonio histórico nacional (museográfico, archivístico y bibliográfico) rescatando de manos de particulares invalorables colecciones que si no se destruían o se dispersaban; recuperando papelería documental muy significativa como las personales de José Batlle y Ordoñez, Luis Alberto de Herrera y Luis Batlle Berres para convertirse en “bienes de la nación”.
Unido a su labor en el Museo debemos señalar su trabajo y preocupación personal en la Revista Histórica, una verdadera institución en sí misma, que ha sido valorada y respetada en todos los círculos académicos de Hispanoamérica, Europa y Estados Unidos, porque además del aporte de Historia política e institucional, se acompañan artículos y monografías de historia económica, social así como la historia de las actividades literarias y artísticas. También el Archivo Artigas, cuyas publicaciones son voluminosos tomos que llegaron hasta el número 29 bajo su dirección y los que también prologó. Fue creado por Ley No. 10.491 del 13 de junio de 1944 para la compilación y publicación de todos los documentos históricos que pudieran reunirse en original o copia relacionados con la vida pública y privada de José Artigas. Así también como la “Colección de Clásicos Uruguayos”, más de un centenar y medio de volúmenes con ediciones cuidadosas, ilustrativos prólogos firmados por especialistas y a precios populares, son los libros más significativos de la cultura oriental, en donde se incluyen obras históricas, filosóficas, literarias, artísticas, sociológicas, educativas, políticas, etcétera, de autores nacionales de reconocida gravitación.
Fue presidente del Sodre tras el triunfo del Partido Nacional de 1958, así también Ministro de Instrucción Pública y Previsión Social.
Don Juan tuvo un compromiso muy claro en momentos difíciles de la dictadura siendo el Presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional entre 1983-85 (había integrado el mismo de 1970 al 73), donde jugó un papel relevante, siempre en comunicación con el líder de esa colectividad Wilson Ferreira Aldunate, arriesgando todo, hasta su familia
En el Plebiscito de 1980 tuvo una participación directa apoyando el NO de la Reforma Constitucional propuesta por la dictadura militar. También en “el Obeliscazo” que bajo la consigna “Por un Uruguay democrático y sin exclusiones” reunió a todos los partidos políticos, organizaciones y sindicatos contra el régimen. Pero particularmente en la Proclama, que fue redactada finalmente en su casa y leída en esa oportunidad en Montevideo y casi todas las ciudades del Uruguay --incluyendo Paysandú-- el 27 de noviembre de 1983.
En marzo de 1985, al reinicio de la vida democrática en el país, ante pedido del presidente de la República el Dr. Julio Ma. Sanguinetti y de Wilson Ferreira Aldunate aceptó la difícil e incomprendida tarea de ser presidente del Codicen, cargo que ejerció hasta 1990.
Estuvo casado con Alcira Raineri, compañera de vida y de trabajos históricos. Tuvieron dos hijos, Laura y Juan.
Su casa en Montevideo, alojaba una biblioteca estimada en alrededor de 20.000 libros en los más diversos tópicos del mundo, América Latina, Historia del Uruguay, literatura, arte, leyes, filosofía y religión. Junto a manuscritos, artículos de periódicos, en distintos lugares de la casa: “Hoy, mi biblioteca ocupa toda mi sencilla casa (baño, dormitorio, el garaje para el coche que nunca tuve, la propia biblioteca y otras dependencias)”, expresaba el mismo Pivel Devoto. Archivo que cuenta con más de un millón de folios y aproximadamente 270 ítems temáticos que fue adquirido el año pasado por el Ministerio de Educación y Cultura.
Era un “hombre de letras”, con todo lo que ello implica. Fue un prolífero escritor. Colaborador del semanario “Marcha”, entre 1947 a 1973.
Entre sus obras más destacadas encontramos preferentemente: “Historia de los Partidos Políticos en el Uruguay”, obra que ve la luz en 1942, en la que analiza desde 1811 las tendencias políticas, las divisas y los partidos políticos con magistral dominio documental y objetividad histórica; “Historia de la Republica Oriental del Uruguay”, de 1945. En coautoría con su esposa Alcira Raineri, analiza todo el siglo XIX de nuestro país dominado por un notorio enfoque político. Aquí los capítulos de la Guerra Grande presentan una rica información sobre la relación con los países limítrofes.
“Raíces coloniales de la Revolución Oriental de 1811”, obra cumbre por algunos historiadores uruguayos para entender que los problemas económicos, sociales y administrativas de aquella Banda Oriental pradera, frontera y puerto como hoy la reconocemos a la época colonial, “a mi juicio -- dice el mismo Pivel Devoto en el prólogo del libro-- dieron origen a la revolución de 1811 y de los cuales derivan lo medular del pensamiento artiguista, el carácter y la orientación de aquel movimiento”. Fue en 1952 cuando se publica por primera vez.
También tendríamos que recordar otros títulos como “Contribución a la historia económica y financiera del Uruguay- Los Bancos”; “Historia de los límites del Río de la Plata, islas Martin García y Timoteo Domínguez”, de 1973; “La Diplomacia de la Patria Vieja”; “Uruguay independiente”; “La biografía de Francisco Bauzá” y “Amnistía en la Tradición Nacional” terminada en 1974 pero que recién pudo ver la luz pública en 1984, donde realiza un exhaustivo análisis jurídico, social e histórico de la amnistía en la historia del Uruguay.
Por eso se puede afirmar que Juan Pivel Devoto fue el “fundador de la historia política moderna en el Uruguay”, según expresión del Profesor José Rilla.
Su presencia no condecía con su físico, porque era de baja estatura. Siempre vestía de traje negro e impecable camisa blanca y corbata. Su sombrero era infaltable. Era como un hombre de otro tiempo.
Recibió altos honores en el extranjero. Fue condecorado con la Orden del Sol del Perú y la Orden de Isabel La Católica de España.
Las palabras del recientemente fallecido y también gran profesor José Pedro Barrán, “En el IPA (…) Juan Pivel Devoto simplemente me deslumbró. Pivel era un seductor, no de multitudes por cierto, sino de individuos, por su encanto, sus conocimientos, su ironía, su gracia y ese hacerle creer al interlocutor del momento que sólo existía él…” A lo que agrega más adelante “lo cierto es que siento una inmensa admiración por Pivel; en realidad, he querido mucho y le debo mucho al más grande de los historiadores uruguayos”.
Son apreciaciones de las que humildemente me hago eco, por haber tenido el honor y el privilegio de ser alumna de ambos y que me llevan a expresar con convicción: el profesor Juan Pivel Devoto es sin dudas “Profesor de Profesores”, fue un fue Maestro de la Historia, con todo lo que esto implica.
Prof. María Julia Burgueño
Paysandú, 11 de febrero de 2010
NOTA (1): Entrevista al Prof. Juan E. Pivel Devoto por la historiadora argentina Alicia Vidaurreta en el 2001.
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